sábado, 3 de enero de 2015

La Virgen Cabeza, de Gabriela Cabezón Cámara

1.
En La Vírgen Cabeza hay una mujer, periodista de policiales (Qüity), que tiene una relación amorosa con una travesti villera llamada Cleopatra (o sea una relación onda Laurence Anyways). Cleopatra a su vez habla con la Virgen María, por lo que se la conoce como la hermana Cleo. Qüity y Cleo intentan crear una sociedad utópica en la villa, con cría de carpas en canales, pero en su afán se verán enfrentadas a policías y tranzas sanguinarios. O sea, es un argumento por lo menos estrafalario, que me hizo acordar a algunas novelas de Aira. Lo curioso es que el tono de la novela, o el tono de la narradora protagonista, que es la periodista Qüity, es bastante oscuro, como si fuera el de un policial negro o un policial de conspiraciones políticas (y por momentos la trama toma esos caminos). Sin ir más lejos el primer capítulo habla de hijos muertos, asesinados, en el tono más dramático posible (sobre todo porque yo venía de leer Electrónica, reciencito): yo creí que estaba por leer un dramón. En algunos episodios, la voz de la narración es la de la hermana Cleo: y ahí todo se vuelve más luminoso, más Puig o Dani Umpi.

2.
Las diferencias entre los tono y las tramas, y algunas cosas más como la elipsis zarpada para contar o no contar lo de la ópera cumbia, o el capítulo que rima, hablan de la libertad con la que Cabezón Cámara decidió escribir esta la novela. Aplauso a eso.

3.
La novela está buena. No me voló la cabeza (la virgen cabeza) pero me gustó bastante. La prosa es un poco enrevesada, con muchas palabras fuertes, pero cuando entrás en el ritmo se lee como droga. Yo la leí en dos días.

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