viernes, 6 de diciembre de 2019

Los gauchos judíos, de Alberto Gerchunoff

1.
Este cuenta como clásico, sin duda. Cuando leo un clásico me sube la barrita de cultura. Encima judío, me sube también la barrita de judaísmo. 

2.
Como todo el mundo, conocía la existencia de este título, sabía de su adaptación al cine, pero no sabía qué era: ¿una novela? ¿una crónica? Misterio resuelto: es un conjunto de estampas. Algunas tienen forma de cuento, otras no llegan a eso. En cada uno de estos textos escritos en el año del primer Centenario Argentino (así dice en la primera página), Gerchunoff describe la vida que supo tener de niño en las colonias judías de Entre Ríos, y en particular en Colonia Rajil, una aldea que hoy no existe más. Los gauchos judíos es, claro está, una operación política: el Alberto, que había nacido Abraham en un pueblo lituano del imperio zarista en 1883 y que había llegado a escritor y periodista del diario de Mitre (como dijo Cristina, "no voy a decir prestigioso, pero sí centenario"), busca inscribir a los judíos argentinos en el crisol de razas soñado por la Generación del '80, sin mácula de apatridismo. El campo entrerriano aparece para los judíos de los relatos como una tierra utópica, libre de antisemitismo, o en la que el mismo está en extinción, como en el cuento "Historia de un caballo robado", que termina con esta reflexión:
Yo quiero creer, sin embargo, que no siempre ha de ser así, y los hijos de mis hijos podrán oír, en el segundo centenario de la República, el elogio de próceres hebreos, hecho después del católico Tedeum, bajo las bóvedas santas de la catedral.
Esperadlo, buenos judíos de la colonia, ya que la paciencia es, como el sufrimiento engrandecedor, don y tesoro de la raza lamentable de Job...
El cuento más patriota, y uno de los más lindos, es el que se llama "El himno", y narra el primer 25 de mayo de la colonia Rajil. En este cuento de Gerchunoff, los judíos de Rajil no conocen los colores de la bandera patria, por lo que eligen vestir el pueblo con telas de todos los colores (súper gay):
Rajil amaneció empavesada como un barco: llenos de colores los portones, todos los colores y también los colores argentinos, sin que el vecindario lo supiera.
Hay un famoso relato jasídico (será del siglo XIV o XV) que habla de un judío que se pierde en el bosque sin su sidur, y que para cumplir con los obligatorios rezos diarios recita el alef bet en voz alta varias veces, esperando que Dios forme con las letras los rezos que él no sabe de memoria. Mutatis mutandis, el cuento de Gerchunoff. Si me apurás te escribo una ponencia con este dato. 

3.
Un par de cosas que me llamaron la atención:
- Gerchunoff llama "rabi" a todos los viejos. A todos. Primero me confundió un poco el asunto, pero se ve que en la época rabi era un término honorífico y no se refería específicamente a que la persona fuera rabino. Quizás no tenía sentido en una comunidad de judíos ortodoxos decimonónicos la distinción entre rabino y no rabino, si todos los varones estudian la Torá y nadie tiene por qué oficiar nada. El que sí aparece destacado como un personaje específico y con un rol de autoridad en la comunidad es el shojet, es decir el matarife, quien faena a los animales según el rito kasher
- Gerchunoff escribe bárbaro, y me gustó especialmente cómo juega con los géneros literarios. Hay cuentos cómicos, hay cuentos gauchescos (el que se titula "El boyero" tiene un final increíble), hay uno de terror a lo Poe ("Las brujas", buenísimo, con relato enmarcado). Etcétera.
- Por lo que leí después en interné, "Las bodas de Camacho" es un cover de Cervantes. Ja!

4.
Mi edición es del Centro Editor de América Latina, año 1968, y se consigue en cualquier lado por chirolas. Uso y recomiendo.

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