jueves, 1 de julio de 2021

El lugar sin límites, de José Donoso

 1.

Hay una manga de piojosxs reseñando libros por la internet que dicen que este libro no está tan bueno, que es entretenido pero deja que desear y no sé cuántas giladas por el estilo: ¡¿quiénes son?! (léase con la voz de Moria). La verdad, de cuarta. Este libro es una maravilla, así nomás. Es fácil un 9, por no decir un 10, se sabe que yo soy del 10 fácil pero bueno, las quiero ver a las piojosas esas de la internet usando así la fluidez para pasar de un narrador omnisciente al monólogo interno de la Manuela, y sin solución de continuidad al de la Japonecita, o al del Pancho, sin que sea confuso y con los personajes bien definidos. Eso, en las letras posmo, no se consigue. Hay que remontarse al boom para eso, y bueno, acá está el ejemplo, novela chilena modelo 1966 de amigo chileno de Carlos Fuentes que tiene dos títulos en la hermosa colección CLUB Bruguera que he sabido completar.

2.

Me sorprende encontrar pocas referencias a El lugar sin límites ahora que volvió a estar en el candelero la grandísima novela Tengo miedo torero (que estoy releyendo, pronto reseña) a raíz de su adaptación cinematográfica. Sin la una no sé qué sería de la otra. (Existen las comparaciones igual, acá hay una muy buena y académica: "La construcción de 'la loca' en dos novelas chilenas: El lugar sin límites de José Donoso y Tengo miedo torero de Pedro Lemebel"). Obvio que Lemebel es quien es por mérito propio y con voz propia, pero hay una relación indiscutible en el habla de las dos travestis protagónicas, la Loca del Frente y la Manuela. Y claro que también es distinto quién escribe, Lemebel que nunca estuvo en el clóset, porque los pobres no tienen clóset, tienen ropero, y además a él "siempre se le notó, desde un avión", como dice en Harvard en el documental Lemebel (2019), y Donoso, de quien se supo que era un homosexual reprimido y sufriente a partir de la publicación de las memorias de su hija y de la publicación de su correspondencia. Bien se podría usar esa diferencia como clave para entender los destinos distintos de las dos protagonistas, aunque ambos sean destinos de melodrama.

3.

El lugar sin límites cuenta la historia de la Manuela y su hija, la Japonecita, dueñas y madamas de un burdel de mierda en un pueblo agonizante, la Estación El Olivo, a 40 km de Talca, en la región del Maule. Un pueblo por el que el tren ya no pasa más que una vez por semana, al que le cortaron la luz y que si todavía vive es por gracia del diputado don Alejo Cruz, dueño del fundo El Olivo y de todos los viñedos hasta donde llega la vista. Pancho Vega volvió al pueblo con su camión, después de estar ausente muchos meses. La última vez que estuvo, atacó a la Manuela, y ahora se la tiene jurada. No voy a contar más, sólo decirles que todo se cuece entre estos cuatro personajes, que hay un uso del flashback para sacarse el sombrero y que a pesar de que hay mucha hijayutez, todos los personajes son moralmente ambiguos, o sea que hasta el más forro tiene actos vindicatorios. 

4.

Última cosa: en 1977, El lugar sin límites fue llevada al cine por un joven Arturo Ripstein, quien trabajó en el guión con Manuel Puig, aunque este al final no quiso salir en los créditos. Chile pasa a ser México, la Japonecita pasa de ser horrible y asexuada a ser linda y sexuada, pero por lo demás los cambios son pocos. Es uno de los extrañísimos casos en que se dan estas dos cosas a la vez: la adaptación es fiel al libro, y la película es buenísima. Una cosa no implica la otra: la fidelidad no es un valor en sí mismo (véase Niños del hombre, que adapta tan infielmente a Los hijos de los hombres que Cuarón ni leyó el libro, pero los resultados son mejores que si lo hubiera hecho). Igual, no deja de ser sorprendente cuando coinciden fidelidad al libro con calidad cinematográfica. Este no es un blog de cine, mierda carajo, así que les dejo el análisis fílmico a cargo de ustedes, la película está en youtube pero se consigue en torrents en mejor calidad y Roberto Cobo se come la película. 





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