jueves, 14 de octubre de 2021

Machito, de Gael Policano Rossi

 1.

Parte de mi botín de la última Feria de Editores, segunda novela de Gael y segunda publicada en De Parado, la editorial más puto de la Argentina, la leí en tres días y me dejó algo perturbado. No por lo porno, ni por la premisa, sino más bien por lo forro que es el protagonista, el cariz de su última fechoría y su destino ulterior como personaje impune. Hablo todo raro porque no les quiero espoilear la trama, pero si me lo encuentro a Gael tengo algo que preguntarle en tanto demiurgo que toma las decisiones.

2.

Por fuera de esa cuestión, muchos elogios: el libro ya me tenía en su bolsillo desde que leí la contratapa, que termina declarando a GPR "uno de los autores más versátiles de la literatura argentina" (You had me at hello, diría Renée Zellweger). Ambientada en 2009-10, narra las aventuras y desventuras de Adolfo, un pasivo enamorado de un colombiano lejano -denominado solamente "el amor de su vida"- que ahora viene y surge la pregunta: ¿será también pasivo? Frente a la ansiedad que le produce ese posible, funesto escenario, Dolfi decide cambiar: hacerse activo. Obviamente, el lector quisiera cachetear a Dolfi: la premisa misma de la novela se sostiene sólamente porque Adolfo es un ser deleznable que se arma ese conflicto en su cabeza, y lo lleva de una cabeza a la otra. Y también obviamente, la premisa funciona. 

3.

De alguna manera, Machito y Gualicho parten del mismo caldo de cultivo: la contraposición cultural entre macho (sea hetero o sea gay activo) y puto, que se sustenta en la máxima de que puto es sólo el que no hace palmas y por ende se deja se deja o bien se sienta en el pelado. En Gualicho era un varón paki el que, debido al gualicho del título, adquiere el deseo desenfrenado e involuntario de ser culeado: en Machito, Adolfo (nickname: "PAS BUSCANDO ACT") hace el camino inverso, y se convierte por fuerza de voluntad en alguien a quien "eso no le va" y que ya no es él, sino otro, el Machito del título. Es una novela porno, y Gael se luce como escritor de garches (es realmente notable), pero para mí el quid de la cuestión no está en esas escenas bien escritas ni en el quantum de calentura que generen en xl lectorx, sino más bien en la progresiva tranformación del personaje, y ahí hay otro punto de contacto con Gualicho: el arco narrativo a partir de ese personaje que cambia, en los dos casos en acciones y en sentimientos. En la más clásica tradición del clasiquísimo relato clásico, pero ahora con pijas y culos. 

4.

Una diferencia con Gualicho que marca quizás un paso adelante respecto de esa otra novela en la literatura de Gael es la aparición del contexto social-histórico-político: Adolfo se transforma en Machito pero a su alrededor hay un mundo (el de Buenos Aires en el año del Matrimonio Igualitario: hasta tiene un cameo la Rachid), además de otrxs personajes con sus propias subtramas (notable el capítulo solitario de la Chancle, curioso, y el cambio de foco hacia Martín cuando sucede). Gualicho era un artefacto más cerrado sobre sí mismo, y aunque quizás eso la hace una novela con los bordes mejor cincelados, también hace a Machito más audaz en su intención.

5.

Y por si faltaba algo, además Machito es graciosa. Me reí, para afuera, algunas veces. O sea, hay un capítulo con remate, eso es espectacular. Lean a Gael, os lo recomiendo encarecidamente. 

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