1.
Ahora vomito, después edito. Terminé hoy de leer este libro de editorial De Parado (la editorial más puto de la Argentina) después de muchos muchos meses de agarrarla de a puchitos. Qué pasa: resulta que (como todo el mundo) leo varios libros a la vez, y avanzo con uno u otro según me haya enganchado y también según sus dimensiones y peso y la relación de eso con mi mochila y tipo de salida de mi casa. Porque casi no leo en mi casa, excepto cuando hago caca. Leo más que nada en los tránsitos por la ciudad, salvo en las escasas ocasiones en que un libro es tan DROGA que lo quiero leer todo el tiempo, también en los momentos en que normalmente vería una serie o una película. Cuestión que los libros de De Parado son compactos, tamaño bolsillo de campera, y hasta ahora me venían gustando todos y cada uno de los hasta aquí leídos (revísense sino mis reseñas bajo la etiqueta correspondiente). Este me lo compré usado en La Libre hace por lo menos un año, y en algún momento en que quería llevar un libro pequeño conmigo, lo empecé. Cuál fue el problema:
2.
El problema fue que el libro no anda. No va para atrás ni para adelante. Primer problema, grave: está sobrecargado de escenas de sexo, pero no calientan, más bien aburren, y eso es por un lado por la propia sobreabundancia, y por el otro por lo genérico de las mismas -de las situaciones descriptas en sí, todas citas de Grindr por el mundo, y de la forma en que están escritas -todos los chicos son "hermosos" (mil veces el mismo adjetivo), la mitad son lampiños, el 30% de los susodichos se dilatan solos cuando el protagonista hurga (esa palabra es mía, creo que nunca dice "hurga") sus anos con los dedos ensalivados, etc. etc. Obvio que algunas escenas se desarrollan de otra manera, pero son TANTAS las escenas de sexo (¿serán 100? no las voy a contar, pero arriesgo ese número) que si sólo la mitad son como las describo, ya abruma. Y no se juega nada literario en esos encuentros, eso también: no hay conflicto dramático; tal vez por eso no calienta. Les digo más: la primera escena erótica del libro, y la última, fueron las únicas que me pararon la pija. La primera (página 1) es un cruising en el baño del aeropuerto, que sigue en el avión. Él no sabe con quién se está cruzando, hay un peligro, al toque descubre que la persona tiene un novio, y aunque no pasa nada, hubo riesgo, como lector no sabés qué esperar. La última escena tiene algo parecido: se encuentra con un ex en el último avión, se tapan con una manta y se manosean cual adolescentes en los asientos: hay algo pasando.
3.
Segundo problema: todo lo que no es sexo es namedropping de marcas, de sitios turísticos y de películas, libros o artistas sobre los que casi nunca se problematiza nada (hay alguna excepción). O sino, descripciones de comidas. O sea: el libro es un diario de viaje, o tiene la forma de un diario de viaje, pero proponeme algo amigo, un conflicto, uno te pido. ¿Qué le pasa al personaje? ¿Va a aprender algo, o amagar a aprender algo? En un momento se atisba la puntita de algo que podía desarrollarse y volverse interesante, una mención a la depresión, al contraste entre la vida para el personaje monótona y gris en Argentina y la exaltación del turismo, pero no se problematiza, no se analiza, no se nada. El personaje toma medio Clonazepan por día. Eso es todo, no lleva a ningún lado. Y entonces lo que termina pasando es que -muy lamentablemente- la mención constante a "cuánto me gusta viajar" y "qué feliz que soy" y "me siento que estoy justo donde debería estar" queda lisa y llanamente en una enorme tilinguería, y nada más.
4.
En fin, un libro que no me gustó, no pasa nada. Había leído de Villagarcía un cuento, me entero revisando mi blog, que no sólo me gustó sino que fue el que más me gustó de una antología de por sí muy buena. Así que bueno, lo volveré a intentar.
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