1.
Hubo un tiempo, situado en la década de 1960, en que la pareja conformada por Leopoldo Torre Nilsson y Beatriz Guido era a la cultura argentina lo que hoy, no sé, digamos Pepe Rosenblat y Lali, Martín y Alexandra Kohan, Javier y Fátima. Quiero decir que eran gente culturalmente relevante, cada unx con su kiosko, muy arriba en lo suyo para el ojo público, y a la vez eran pareja. Ella era una escritora muy bestseleruda, como lo eran las también aristócratas Silvina Bullrich y Martha Lynch. Las tres, Silvina, Martha y Beartiz, conforman ese universo de escritores que fueron muy leídos en otro momento y que hoy brillan por sus ausencias en el canon literario argentino, como también le pasa a Dalmiro Sáenz, por ejemplo, o en un caso más resonante, a Manucho Mujica Láinez, que cuando yo era chico estaba re adentro del canon con Borges, Sabato y Cortázar, y veinte años después se cayó a los márgenes. Yo creo que es una posición temporal: todos siempre vuelven. A Beatriz la re-editaron hace poquito. El caso de Leopoldo es un poco diferente. Vamos al punto 2.
2.
Leopoldo Torre Nilsson era en los '60s el epítome del autor cinematográfico argentino. O sea: su cine se consideraba "de autor" (¡y lo era! Miren La terraza, peliculón). Pero pasó que en los '70s hizo dos o tres superproducciones sobre próceres y mitos nacionales (Martín Fierro, El santo de la espada, Güemes), y los cineastas rebeldes de la época pasaron a considerarlo un viejo vinagre, o, también podríamos decir, un viejo meado. El podio de autor nacional lo ocupó su discípulo Leonardo Favio, y fin. Para las señoras mis alumnas, que vivieron sus juventudes en los '70s y '80s, Torre Nilsson era sobre todo el director de El santo de la espada. Qué loco, ¿no? Never Deleuze, Torre Nilsson no sufrió el olvido que creo que sí sufrió la Betty Guido, porque sus películas se han seguido estudiando en las facus de cine. En fin, capo Leopoldo, me gustaría saber más de él.
3.
Por ejemplo, ahora sé que también publicó literatura. Jorge, el nadador, es una novela de LTN, que reúne las características de ser su última novela (en Wikipedia no figura otra, ¿será su única novela?), y su última obra en general. Se publicó en diciembre de 1978, y el susodicho había muerto en septiembre. Gonza (que me recomendó el libro y lo fue a buscar a Merlo para que lo leyéramos, hola te amo <3) dice que es la novela de alguien que sabe que se está muriendo.
4.
Jorge no es el nombre del nadador: es el seudónimo que se inventa para no decir su verdadero a una chica que le gusta, porque los muchachos le dijeron que a las chicas hay que mentirles ("-El nombre de uno es para la vieja y los amigos nomás. Si no, te enganchan"). En cambio, sí que es nadador, y uno sobrenatural: nada desde Camet hasta los acantilados de La Serena en Mar del Plata sin cansarse y sin hundir el torso. Su amigo tullido, Polio, admira a Jorge sin saber que el nadador prodigioso es su amigo. Jorge tiene un padre muerto -que se suicidó, para oprobio de la familia- y una madre amorosa, dificultades sociales, en un momento un perro (que parece Óptimo Máximo de El barón rampante), y un trabajo de cuidador de casas de veraneo en invierno con algunos avatares como cuando una turba iracunda ataca una de las casas tras la caída del peronismo (porque todo sucede en los años '50). También es una novela contra la edificación descontrolada de Mar del Plata. Y también aparece el cine, de varias maneras. Es una novela breve: 112 páginas por todo concepto. Merecería ser reeditada y leída hoy. Abajo, espoilers:
5.
Lo mejor y más hermoso de la novela es todo lo fantástico e inexplicado. Y entonces lo peor es el final, con una shyamalaneada onda todo fue un sueño que me da una bronca que notexplico. En un libro me da menos bronca que en una película igual, porque un libro se lee y disfruta a lo largo del tiempo, y el final no me caga lo anterior como sí me pasa con una película como la nefasta All of us strangers (Aftersun meets Un buen día) que vi anteayer, qué final de hijo de yuta.
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