1.
Orgullosamente: este libro me lo robé de una librería muy conocida, que está (o estaba, ahora en ese local hay un negocio de ropa deportiva) en un shopping muy conocido,de una zona de esta ciudad conocida entre otras cosas por una canción en cuyo título y letra es mencionada, que escribió un músico conocido por haber sido italiano, haber cantado en inglés, haber sido pelado por el asco que da tu sociedad y haber muerto trágicamente de una adicción a algo con lo que había reemplazado una adicción a otro algo, conocido por ser peor que ese primer algo de cuya adicción, al final, murió. El libro me lo robé en un mismo operativo comando junto a De ratones y de hombres, cuya reseña pueden leer en este blog también. Buen choreo, buenos botines. Realizado sólo porque se pudo, y también por la adrenalina. Fue la primera y única vez que hice tal cosa en un shopping. Véase sobre esto -el robo de libros-, este otro escrito mío en este otro, abandonado, blog.
2.
Hace mucho, leí La ley de la ferocidad de Pablo Ramos, y en mi reseña fui excesivamente duro con ella. No la recuerdo con la carga negativa que le puse a la reseña. Por el contrario. Bueno, En cinco minutos levántate María no es una continuación de La ley... (en todo caso, sería eso que ahora se llama precuela), pero participa del mundo de la otra. Y hay una primera (en orden de aparición), que se llama El origen de la tristeza y que ahora quiero leer.
3.
En cinco minutos levántate María es el monólogo interno de la María del título, madre del Gabriel de La ley de la ferocidad: una mujer de sesenta y pico que vive en una habitación sin ventanas en una casa de clase media baja del conurbano bonaerense. María se despierta en medio de la noche, por un presentimiento, o un sueño, no sabe bien; y en vez de levantarse de inmediato de la cama, como hace siempre (porque quedarse en la cama despierta es de enferma), decide quedarse cinco minutos más (muchos cinco minutos), pensando en su vida, en sus hijos, en su nieto, en su marido, en su padre.
4.
Me gustó mucho En cinco minutos. Y lo leí vorazmente, por lo que éste también se gana la etiqueta droga. Y otra virtud: es corto. Hacía tiempo que quería leer una novela corta: leí dos. También lleva la etiqueta afroargentinos, porque, misteriosamente, en cierto momento de la novela, María va a la Sociedad Caboverdiana de Dock Sud, a visitar a un primo negro que le dice que consiguió trabajo en el Congreso de la Nación: dos elementos totalmente afroargentinos y basados en hechos reales, que si no fuera por una mierda legal ustedes podrían ver -esperemos que en un futuro puedan- en la serie Afroargentina de canal Encuentro, en la que participé como guionista. Capaz Pablo Ramos es afro, es muy posible, o capaz es él el que tiene un primo afro. Claramente -digo, no tengo ningún fundamento pero igual- el personaje de Gabriel es autobiográfico, así que puede ser.
5.
De un tiempo a esta parte Los Tipitos leyeron La ley de la ferocidad, e hicieron una canción en base a, en cuyo videoclip actúan el propio Pablo Ramos y, llevando el cajón, el amigo Héctor Raggio.
También de un tiempo a esta parte, Pablo Ramos grabó un disco con letras suyas, junto al capísimo y multitasking Gabo Ferro. Se llama El hambre y las ganas de comer, y lo escuchan acá.
6.
El final, las últimas treinta o cuarenta páginas, las leí hoy, ocho del ocho, caminando del trabajo a casa, como hubiera querido el General. Lloré con la historia de Pablito, en Díaz Vélez y Salguero.
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