miércoles, 28 de febrero de 2018

, de Thomas Bernhard

1.
Hay un hecho incontrovertible, y es que nunca se va a terminar la lista de escritores sobre los cuales a unx le pueden decir con indignación: "¿cómo no lo leíste?". Ni la de escritores, ni menos la de libros, como tampoco la de películas y etc. Bernhard parece que es de esos que cómo no lo leíste. Yo recién llego, vi luz y entré, a través del tomito de la coleccioncita de Anagrama y Página/12 que salió hace ya varios años, durante el régimen populista anterior que mantenía el dólar artificialmente asequible y subsidiaba a empresas como La Página S.A., permitiéndome a mí, años después, leer a Bernhard. 

2.
El libro es de 1978 y se llama , o sea Ja (léase ), es breve en cantidad de páginas pero prolífico en cantidad de caracteres y utiliza un modus que pocos años después le copió, a sabiendas o no, nuestro compatriota y mi querido José Pablo Feinmann, también conocido como "el Feinmann bueno", en la espectacular novela La astucia de la razón (1990), que yo leí a instancias de mi primo poco antes de que este blog conociera la luz de la Internet. ¿Cuál es el modus? Tanto Bernhard como Feinmann cuentan la historia de un neurótico desde la óptica de un neurótico, y plasman en la escritura la forma de razonar de un neurótico. En La astucia de la razón (que leí hace años y que recuerdo como se me canta) el protagonista era un paranoico y un obsesivo (con un cáncer en los huevos) y los párrafos eran capicúa, es decir, empezaban y terminaban con la misma idea, lo que volvía a la novela una lectura primero enervante y luego enloquecedora (pero no podías parar). En la operación es distinta: está la repetición de los conceptos, como en La astucia, pero lo que llama la atención especialmente es la extensión de las oraciones, que en algunos casos llegan a tener páginas, y sobre todo de los párrafos, que llegan a tener decenas de páginas. A priori se diría que no puede ser bueno eso: una oración de varias páginas. Sin embargo, el estilo es tan perfecto, están tan bien armadas las oraciones infinitas, que lxs lectorxs terminamos entrando en los cabales del personaje y de la novela. 

3.
La trama no tiene mayor importancia, a mí entender. El protagonista, un científico que se retiró del mundo a una comarca rural para que nada lo perturbe, se siente cada vez más aislado, ya no puede hacer nada, sufre la soledad y la estupidez que lo rodean, y tras estar tres meses encerrado en su casa sale a encontrarse con el único humano con el que se vincula, Moritz, el agente inmobiliario, pero algo cambia cuando en casa de Moritz conoce a los Suizos, y en especial a la Persa, mujer del Suizo, y atisba una solución a su soledad y con ella a su enfermedad mental. Al momento que lo encontramos está escribiendo, tratando de traducir en texto lo que le pasó con la Persa, por lo que el estilo neurótico del texto responde a que su autor sería el propio protagonista: es decir, no es un monólogo interior, sino una suerte de descargo emocional lo que estamos leyendo. Es impresionante cómo Bernhard construye la historia a través de las repeticiones, entre las que cada vez se cuelan más informaciones nuevas, y cómo esas apariciones de lo antes sólo aludido van intensificando la atención nuestra como lectorxs. Bernhard parece ser muito capo. 

5.
En los días que leí esta novela empecé a salir con un lápiz, porque es re subrayable. Va una cita (p. 69) y chau:
Nos hemos resignado con el hecho de que, aunque la mayor parte del tiempo en contra de nuestra voluntad, tenemos que existir, porque no nos queda otro remedio y sólo porque una y otra vez, cada día y cada minuto nos resignamos de nuevo a ello, podemos continuar. Y hacia dónde avanzamos, si somos sinceros, nos es conocido, hacia la muerte, pero la mayor parte del tiempo nos guardamos de confesarlo. Y por esa conciencia de no hacer otra cosa que ir hacia la muerte y porque sabemos lo que eso significa, intentamos disponer de todos los medios posibles para apartarnos de ese conocimiento y así no vemos en este mundo, si miramos bien, más que personas ocupadas continua y perpetuamente en ese apartamiento. Ese proceso, que es en todos el proceso principal, debilita y acelera lógicamente todo el desarrollo hacia la muerte. (...) Todas esas personas, cualesquiera que sean, están dominadas por ese proceso, el de apartarse de la muerte que en todos los casos tienen delante, había pensado. Todo en todos los hombres no es otra cosa que apartamiento de la muerte.

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