sábado, 6 de junio de 2020

Corazones estallados: la política del posthumanismo, de J. P. Zooey

1.
A instancias de Gonzalo leo este ensayo del argentino Juan Pablo Ringelheim, alias J. P. Zooey, a quien hasta hace no mucho tenía por un autor angloparlante -su alias me remitía, supongo que no de casualidad, a Salinger-. Este Zooey supo estar de moda en algún momento de los últimos años, con alguno de sus libros de habitual contendiente en las mesas de novedades de las librerías bien de la ciudad de Buenos Aires, y eso es lo que sabía sobre él. No sabía, por ejemplo, que su alias se correspondía con un anonimato como autor que rompió el año pasado con la publicación de Corazones estallados.

2.
Este dato no es menor, porque este libro concluye con una auto-entrevista, en la que Zooey habla con Ringelheim, se soban los egos mutuamente, y el chiste es que son la misma persona. Es muy fácil no tener el dato y pensar que Zooey se cree Zizek sin que lo conozca Lady Gaga. Un poco me parece igual que es así, por eso que dice Freud de la verdad en el chiste y el fallido y la mar en coche. ¿Sabías que la frase "la mar en coche" surgió porque a principios del siglo pasado, en el Mediterráneo, ir a la playa en auto era un lujo para muy pocos? No, no sabías. Bueno, ahora lo sabés. Es como querer la chancha, los veinte (chanchitos) y la máquina de hacer chorizos (qué refrán especista jiji).
3.
Los posthumanos (primero habla del post-humanismo como una actitud frente a la vida, pero después lo reduce a la identidad total de un conjunto amplio de la población) son o somos todxs con los celulares en la mano, preocupados por los likes (los corazones estallados) y por existir en Internet. Somos cyborgs. Un poco es el mismo tema que toma Baricco en Los bárbaros y retoma en The Game, pero para Baricco es todo bueno y para Zooey es todo malo. Lo leí hace tanto tiempo, y tengo tantas ganas de terminar esta reseña pronto, que esto es todo lo que voy a decir sobre esto. Next.

jueves, 4 de junio de 2020

Palacios plebeyos, de Edgardo Cozarinsky

1.
Un librazo, hecho y derecho. O contrahecho e izquierdo. 

2.
En la tapa, además del título y el nombre del autor, la editorial Sudamericana consignó el nombre de la colección, In-Situ, y sin quedar claro en concepto de qué, quizás con fines publicitarios, la palabra "cines". Palacios plebeyos es un libro sobre los cines en tanto lugares, y en especial sobre los viejos cines que desde el advenimiento de las multi-salas se encuentran en franco retroceso. La publicación es de 2006, y creo que en ese entonces todavía existían el Atlas Santa Fe, el América, el cine de Arte Cinema de Constitución y alguno de la calle Lavalle, todas salas que hoy en 2020 ya están extintas. 

3.
Cozarinsky divide el tomo en tres partes: "Templos profanos" (oxímoron intercambiable con aquel del título), "El refugio de Eros" y "El caso de las sonrisas póstumas". En la primera parte se configura un ensayo entre lo histórico, lo emotivo y lo arquitectónico, acerca de estos lugares surgidos a comienzos del siglo XX para entretener al proletariado, que por unas pocas monedas podían no sólo ver una película, sino también entrar con legítimo derecho a un lujo que de otro modo les estaba vedado. 
En la concepción del movie palace, tanto el teatro como todos sus servicios debían ser diseñados para que el cliente se sintiera miembro de una realeza imaginaria. Era su condición de espectador lo que le permitía acceder a un reino que ningún monarca pretérito habitó: el mundo del cine.
Cozarinsky describe y relata la aparición de algunas salas de cine históricas, primero en Estados Unidos y luego en Argentina, que habían sido diseñadas según la estética de los templos egipcios, las iglesias barrocas, o los castillos medievales, y luego desarrolla su caída en desgracia como bingos, estacionamientos o centros de culto evangelista. En el camino, vincula la experiencia del cinematógrafo con la historia del siglo XX, con la suya propia como espectador y con la del cine en tanto arte.



4.
Con un volantazo muy elegante, la segunda parte del libro está dedicada al cine en tanto lugar para el encuentro amoroso, y sobre todo para el encuentro espontáneo, sexual, y casi siempre homosexual (aunque dije casi). El cine como lugar de cruising, antes de la aparición del término. Es también un intento de historizar, partiendo por la propia experiencia con los cines de "mala fama" de la Buenos Aires de los '50, para luego ampliar a otros paisajes y otros tiempos. Si bien las citas a películas que hablan de cines arrecian, la que vuelve una y otra vez es Good Bye Dragon Inn (2003), del chino Tsai Ming-liang, una película que transcurre en un cine taiwanés que está por ser demolido, durante lo que es la última proyección que tendrá lugar en su pantalla. Tanto insistió Cozarinsky que decidimos verla, y nos pareció muy buena.


5.
El tercer y último tercio del libro, "El caso de las sonrisas postumas", es, como su título indica, un cuento policial. Así nomás, Edgardo te estampa un cuento en la jeta después de las 86 páginas de ensayo. La relación con la temática del volumen no la puedo revelar por motivos de spoiler alert. Es un buen cuento, en un gran libro.

jueves, 28 de mayo de 2020

Villa Trankila, de Javier Roldán

1.
No lean el prólogo. Hasta en los libros de poesía los prólogos son espoileantes, a vos te parece. En todo caso, léanlo al final. Es que el prologuista, con muy buenas intenciones -de esas que pavimentan el camino al infierno- cita poemas enteros. Es un librito de poesía, o sea, voy a leer esas mismas poesías en breves páginas meamor.

2.
Dicho esto, Villa Trankila me gustó mucho mucho. El tomo, dividido en cuatro partes, recopila un puñado de poesías de este autor, algunas aparecidas primero en otras plaquetas o revistas, y las reúne según los siguientes temas: el amor paraguayo, que vive en Villa Tranquila (Avellaneda); los chongos, otros amores, amores fugaces o intermitentes (esporádicos, dice el autor); los propios padres (xadres, decimos ahora); el mundo del trabajo, o la clase obrera, o la desigualdad social. Cada parte es una estación, y cada estación está marcada por el encuentro con otrx poeta (César González, Osvaldo Bossi, Patricio Foglia, Diego Vdovichenko). El libro, como objeto, es muy precioso, publicado por Santos Locos Poesía, que tiene un modus operandi muy interesante para conformar su colección (tiene un desclaimer como este en el interior del propio libro). Y los poemas tienen todo lo que tienen que tener para gustarme a mí: poder de evocación y capacidad de remate (eso que hace que después de leer un poema tengas que tomar una respiración profunda para atacar el siguiente). La temática homosexual suma, obvio. Pero el poema que más me gustó no va por ese lado. Es el que se titula "La ternura". Este es un extracto:

así me habla al oído y me dice
la Ternura
cuando voy muy temprano
por la mañana en el invierno
al colegio a dar mis clases
en esos colectivos penumbrosos
cálidos de aire enrarecido
y veo a los obreros durmiendo
y a las muchachas de limpieza por hora
cabeceando
mezquinándole sueños al trabajo

la Ternura me habla y me habla
y casi me convence
para que le acomode el pelo
a ese muchacho grandote
de ropa manchada con cal
que sueña en el asiento largo de atrás

la Ternura me habla y me habla
y me señala a esas muchachas jóvenes
de pelo renegrido
que ya tienen las manos de mi abuela María
y que viajan aferradas
a sus carteras baratas        ricas en ilusiones,
me las señala y me dice:

"deciles que son hermosas"

pero no me animo
y le digo:

"Ternura
vos estás loca
no me traigás problemas"

entonces ella
me mira un poco desilusionada
encara  para la puerta del colectivo
y se baja
una parada antes que yo

domingo, 24 de mayo de 2020

Llegar a los 30, de Ezequiel García

1.
Esta es una historieta que ya tiene sus años (editada en 2007, pero escrita y dibujada entre 2005 y 2006) que fue publicada por Emecé, algo poco común tratándose de una cosa en cuadritos, argentina y autobiográfica. De un tiempo a esta parte han aparecido numerosas editoriales chicas que se dedican a la historieta y para las que un libro como este no sería nada anormal, pero creo que cuando salió Llegar a los 30 no había otras novelas gráficas de este tipo en las librerías argentinas. ¿Acaso me equivoco? Pasados mis 30, casi en mis 34, y con unos trece años de retraso llego entonces a esta historieta que narra las desventuras amorosas de un joven varón treintañero, en esos tiempos antiguos en que todavía nos invitábamos a salir por correo electrónico y nos dejábamos mensajes en los contestadores automáticos.

2.
Lo más lindo de Llegar a los 30 son las marcas de época que están por todas partes: un poster de 2046 (2004) de Wong Kar Wai en una pared, un recital de Kevin Johansen en el que está cantando una canción de su segundo disco, un celular con tapita... Estoy obsesionado con las cosas que se vuelven documento histórico en cinco minutos. Y después, también está muy bien "el argumento", sobretodo en su juego con una suerte de momentos fuera del relato donde el dibujo se vuelve súper expresionista y el autor/narrador/personaje juega a reflexionar sobre este mundo capitalista absurdo donde el arte es apropiado por el mercado y donde el mercado determina qué es arte y esas cosas. Queda sí, un poco extemporánea, cierta victimización del protagonista, que se siente vapuleado por mujeres que lo ningunean y más que aprender de sus errores se dedica a lamentarse de su suerte. Algo así. Pero está buena, igual, al fin de cuentas.


martes, 19 de mayo de 2020

Ronda nocturna, de Edgardo Cozarinsky

1.
Ronda Nocturna en realidad es una película, de 2005, protagonizada por un muy joven Gonzalo Heredia, que se trata de la noche de un taxi boy en una Buenos Aires poblada de cartoneros, prostitutxs, taxistas y garcas, con un poco de cine social, un poco de cine fantástico, un poco de cine francés -el financiamiento, por ejemplo-, y mucho de cine gay, o como decimos hoy de forma más enrevesada, lgbttiq+. Por algún motivo que escapa a mi comprensión, no la encontré en Internet: hay una mitad subida a Dailymotion y poco más. Busqué también un documental que hizo Carmen Guarini, productora de la película, sobre el proceso del rodaje (que se titula Meykinof), pero tampoco está en ningún lugar hallable. Este libro que se titula como la película reúne en un tomo el guión del filme (no me queda claro si escrito a fortiori o a posteriori de la filmación), algunas notas de trabajo y apuntes de la película del director y guionista -que es Cozarinsky-, unas notas de Trerotola y otro tipo -un francés-, unas fotos buenísimas y los créditos de todo esto. Me re enganché con el libro, me hizo tener ganas de leer más Cozarinsky (y lo estoy haciendo ahora mismo con un libro que se llama Palacios plebeyos) y de ver más Cozarinsky (próximamente). Puto viejo mode on.

martes, 12 de mayo de 2020

El fin del amor: querer y coger, de Tamara Tenenbaum

 1.

Le tenía ganas a este porque me había gustado mucho un artículo, que ya mencioné hace un tiempo, cuando leí y reseñé el muy notable libro de poesía o poemario o "plaqueta" de esta misma autora Reconocimiento de terreno. En el artículo, que se llama "No sos vos, es el mercado del deseo", la Tenenbaum partía de su propia experiencia como niña en un contexto judío ortodoxo para hablar del mundo de los vínculos, del cojer y del deseo como quien habla de una cultura a la que se hubo de adaptar. Es un texto largo, que recomiendo mucho, y que luego encontré metabolizado en este libro que ahora les estoy contando. 

2.

El libro, igual, no va de eso: eso es un punto de partida, para luego desarrollar un poco de feminismo pre-digerido para lectura en la playa (ojo: no es despectivo, me parece un género muy decente). Así que, un poco partiendo de su experiencia personal, un poco de su trabajo como periodista y mucho de su talento como escritora y como lectora, el libro recorre temas como las citas, las aplicaciones de ídem, el amor romántico y el mercado del deseo, pasando por los abusos y los escraches, entre otros temas que se inscriben en la esfera de las relaciones hetero-cis. Esto último me lo tornó un tanto aburrido, a mí, pero entiendo que el libro no me está hablando a mí.

3.

Desbloqueo mágico de RESISTIRSE listos ya.


viernes, 8 de mayo de 2020

Hospital Francés, de Daniel Gigena

1.
El enfermero le había dicho a Carlos que nadie que entraba con ese diagnóstico salía vivo del Hospital Francés. El paciente no era él sino mi pareja. Me enteré de esa frase tiempo después; en esos días las personas me trataban como si yo hubiera sido un segundo paciente, alguien al que había que ocultarle episodios crueles o penosos, al que había que cuidar dentro y fuera del hospital.
Corre el año 1997, y el protagonista, que podría ser el autor, acompaña a su novio Jorge en una internación sorpresiva, vinculada a complicaciones relacionadas con el VIH, de la que, como lo vaticina un enfermero al comienzo del relato, Jorge no saldrá vivo. Hacía poco tiempo en Estados Unidos la epidemia de VIH había empezado a dejar de ser mortal, pero esos avances (vinculados a la llamada terapia triple y que están muy bien contados en el documental How to survive a plague) no eran conocidos en nuestro país, y los enfermos de SIDA eran tratados poco menos que como leprosos. El cuento de Gigena es un friso de esos meses, del miedo y del odio (hacia el Hospital Francés, hacia la obra social de la UBA, hacia la hipocresía de la sociedad en general) pero también del amor entre dos varones que se sostienen entre sí y que atraviesan un tiempo terrible.

2.
El librito de la editorial Caleta Olivia tiene un segundo cuento, cuyo título confunde: "Veinte años después". Lo empecé a leer no como si leyera un comienzo, sino como si fuera lo que sigue a lo anterior, rotunda elipsis mediante, y supongo que Gigena fue consciente de que eso iba a pasar. Pero no, es un cuento aparte. Sin embargo, si sostenemos la hipótesis de que "Veinte años después" se refiere a hechos ocurridos exactamente dos décadas más tarde de la muerte de Jorge, hay una clave de lectura interesante, que se podría resumir en el tropos de que La Vida Sigue, después de los hechos hay otros hechos, uno no es el mismo todo el tiempo, incluso después de un tiempo tan formateador del espíritu como debe ser la agonía de un ser amado, a las personas que siguen vivas les van a pasar otras cosas dignas de ser contadas, otros cuentos.

jueves, 7 de mayo de 2020

Blanco nocturno, de Ricardo Piglia

1.
Hace poco vi el documental de Andrés Di Tella sobre los diarios de Piglia, 327 cuadernos, que está disponible en alta en youtube, y me dieron ganas de leer más de este señor del que sin embargo algo ya había leído (Plata quemada, La Argentina en pedazos y Prisión perpetua, más algunas cosas marginales). En biblioteca paterna encontré esta novela policial, y me atrapó. Pero después me soltó. Igual la terminé.

2.
En una crítica que encuentro en Internet dice un señor que Blanco nocturno es una novela que empieza policial y pasa a novela negra, y algo así me pareció a mí, sin pensarlo de forma tan erudita. Al comienzo hay un detective, que tiene un ayudante, un Holmes con su Watson de la llanura pampeana, que tienen que resolver un crimen con los recursos del método deductivo. Hay un narrador omnisciente, focalizado en el comisario Croce, y todo marcha por los caminos tradicionales del género en cuestión. Esa parte la leí, como decía, atrapado. Pero en determinado momento, los capítulos empiezan a tener un colofón, en cursiva, una escena otra en la que el periodista Emilio Renzi, protagonista habitual de Piglia y alterego ficcional del mismo (el nombre completo del autor es Ricardo Emilio Piglia Renzi) conversa con una rubia despampanante en la habitación del casco de estancia de la familia Belladona, a lo largo de una noche larga de papusa. La escena en la habitación funciona como un flashforward en montaje alterno con la que venía transcurriendo en el libro, y como no podía ser de otra manera, en determinado momento Renzi llega al pueblo y los dos tiempos se funden en uno. Renzi toma la posta como narrador protagónico y testigo, Croce es abandonado por su Watson, pierde la razón, pierde el hilo de la investigación, y nos encontramos con un personaje arltiano como él solo, Luca Belladona, encerrado en su fábrica abandonada como en un monasterio. Y el relato se deshilacha. No ganan los buenos, digamos, sin espoilear.

3.
Es una buena novela. Le hubiera gustado a Bolaño. Se lee como droga primero y después no, lo cual es un poco frustrante, pero es una buena novela.

lunes, 4 de mayo de 2020

Me llamo Lucy Barton, de Elizabeth Strout

1.
My Name is Lucy Barton es una novela de 2016, que leí a instancias de un club de lectura en el que estoy trabajando como profesor invitado (o algo así). La escritora, a quien no tenía leída, ganó el premio Pultizer por otra novela, titulada Olive Kitteridge, que fue adaptada a miniserie por la Home Box Office, o sea la HBO. La adaptación tiene cuatro capítulos, está buenísima y los y las conmino a verla.

2.
Ahora bien, volviendo a esta novela que sí leí: su título traducido en castellano es Me llamo Lucy Barton (¿por qué no Mi nombre es Lucy Barton? misterios del mercado editorial) y cuenta una historia sencilla: una mujer, escritora, cursa una internación por causa de una operación de apendicitis que se complicó. Durante los días que pasa tendida en la cama de un hospital de Manhattan con vistas al edificio Chrysler, recibe la visita de su madre, a quien no ve hace muchos años. La madre se queda con ella cinco días, y juntas rememoran la infancia de Lucy, una infancia de miseria, con un padre cascado por las consecuencias de una guerra, frío, hambre y maltrato infantil. Es un libro que se trata de las relaciones madre-hija, del oficio de escribir, del perdón, y de no mucho más. Es un portento de simplicidad, se lee en lo que tarda una liebre en bajar la cuesta de una hermosa colina soleada en el país de los Teletubbies, y tiene una tapa horrible. Like.

viernes, 1 de mayo de 2020

A veces estoy contenta, pero tengo ganas de llorar, de Jens Christian Grøndahl

1.
Este libro no me aportó nada, y pronto lo habré olvidado. Sin embargo, soy magnánimo, así que rescato dos oraciones de entre medio de mi desinterés general:
Leí todos sus libros, y cuando leí el último me marché de casa. 
Me he dado cuenta de que no tiene sentido que una persona concilie añoranza y sensatez; no, al menos, a costa de la añoranza.

viernes, 10 de abril de 2020

Power Rangers, de un autor innominado

1.
Tengo en este blog una regla según la cual he de reseñar todo lo que lea, siempre y cuando tenga lomo. Y este librito, editado en 1994 por la editorial catalana Glénat, impreso en Italia, autorizado por Saban Internacional Inc, que no registra autor, o acaso... ¿quizás el autor sea quien aparece como responsable de la adaptación y los dibujos, un tal J. C. Vruble...? En fin, que este librito tiene lomo. Y en el lomo dice POWER RANGERS.

2.
Unos astronautas de la Nasa llegan en un transbordador aeroespacial a la Luna, encuentran una especie de cofre y lo abren ("¡Tenemos que averiguar qué contiene!" grita uno: muy precavido), liberando a la malvada bruja espacial Rita Repulsa y sus secuaces. Los astronautas huyen. No sabemos nada más de ellos. ¿Habrán reportado el descubrimiento? Imposible saberlo. Rita declara su deseo de destruir la Tierra. Mientras tanto, en la Tierra, en un gimnasio que es al mismo tiempo un bar de jugos (?), los futuros Power Rangers exhiben sus habilidades físicas, y aprovechan para humillar a Bulk y a Skull, aunque más a Bulk porque es gordo y los Power Rangers son gordofóbicos. Rita construye su base en la Luna. Los futuros Power Rangers practican karate y humillan nuevamente a Bulk más que a Skull. Hay un terremoto. ENTONCES, en la base de Zordon (de la que no se explica nada, ni dónde está, ni por qué, ni nada), el androide Alfa entra en pánico. Zordon le dice que se calme, que es solo Rita que se ha escapado, y, cito esta excelsa línea de diálogo, manda a Alfa: "¡Teletransporta hasta aquí a cinco seres humanos jóvenes entusiastas y llenos de energía!". Ok. Llegan los futuros Power Rangers. Cuando le preguntan a Zordon quién es, él explica con mucha lógica que es un ser interdimensional prisionero de una trampa temporal, y todos se contentan con esa respuesta. Me gustan todas las líneas de Zordon. Esta es bárbara: "Cada uno de vosotros tendrá poderes extraordinarios. Seréis esas criaturas que vosotros llamáis... dinosaurios". O sea, ¿qué? ¿Cómo que serán dinosaurios? Bueno, y lo demás es lo que ya sabemos: Rita manda unos monchos, luchan, manda otro moncho más grande, llaman a los Zords, el moncho se hace gigante, juntan a los Zords y ganan. Lo mejor es que en un momento Jason en vez de ser rojo es verde, ¿un error de impresión? No lo creo.

3.
Mis aptitudes deductivas me permiten suponer que Vruble es el adaptador, porque el librito adapta a cómic el primer capítulo de los Power Rangers, todo igualito. Lo pueden ver acá el capítulo.

miércoles, 8 de abril de 2020

Nuda Vida, de Lautaro Fiszman

1.
Lautaro Fiszman, porteño, judío, peronista, buena gente, cinturón negro de aikido y hueso duro de roer en el arte suave, es además uno de los más grosos ilustradores de nuestra Patria, como pueden apreciar en sus redes sociales. Una reseña de su carrera debe incluir su paso por el taller del maestro Alberto Breccia en su adolescencia (la de Lautaro), su participación activa de la revista El Tripero, su trabajo como ilustrador para numerosas editoriales y como realizador de pinturas para largometrajes (algo muy específico, no sé quién más se dedicará a ese rubro en este país), y la publicación por Tren en Movimiento de su libro anterior, Barro y Sangre (2014), del que Nuda Vida es de alguna manera un sucesor: también hay barro y sangre en la terrible historia de la Guerra de la Triple Infamia, que es el tema de este libro de impactante arte de tapa:

Esta es la tapa, así, sin texto. 30 x 22 cm.
2.
Nuda Vida es un libro-proeza: no me imagino cuánto tiempo le tiene que haber dedicado a cada detalle. El estilo de la tapa se replica al interior del libro: cada cuadrito es una pintura al oleo, y eso sólo ya es demencial. Pero además, detrás de la historia narrada hay flor de investigación, que se percibe en cada capítulo, en la cita de fuentes directas y en la cita de autores, y que además queda explicitada en el aparato erudito bibliográfico, las notas al final del libro y los agradecimientos, en los que se cita a grandes historiadores del palo, especialmente León Pomer y Norberto Galasso. El hecho de que el título de un libro de historietas refiera a un concepto del encriptado Giorgio Agamben nos habla del tenor de lo que nos vamos a encontrar. Y sin embargo, este libro tiene un doble carácter: es profundo, es complejo, y por lo complejo amerita leerlo dos veces seguidas para captarlo del todo (también por lo visual), pero a la vez no es críptico como Agamben, más bien es claro como Galasso, que llama al pan pan y al vino vino, a los genocidas genocidas, sin escudarse en supuestas objetividades que siempre son falsas. La historieta de Fiszman está precedida por dos prólogos, uno del historietista José María Gutiérrez, y otro de la periodista e investigadora Judith Gociol, y si bien suelo estar en contra de los prólogos largos en los libros de cómics, en este caso garpan, suman capas de sentido a lo que se está por leer, y les recomiendo encarecidamente.

3.
En resumen, que recomiendo encarecidamente este libro. Cuenta una historia necesaria, suma datos no tan conocidos, maravilla por la fuerza gráfica de sus páginas y te deja con unas ganas bárbaras de desterrar a los gorilas, que son históricos aunque antes tenían otros nombres.


martes, 7 de abril de 2020

State of Siege: Users Manual, de Doron Goldenberg

1.
Hace muchos muchos años, en una galaxia muy muy lejana, que se llama Israel, fui de visita al Museo de la Coexistencia y me compré este libro, que debía estar barato porque recuerdo que se lo compró todo el mundo. Corría el año 2005, yo tenía jóvenes 19 años, Israel estaba en los estertores finales de la segunda Intifada, en el año de la desconexión de Gaza y cerca de meterse en la segunda Guerra del Líbano. Tranqui, ese país. En Argentina el dólar estaba creo que 7 a 1 y gobernaba Néstor Carlos. 

2.
Quizás lo leí en su momento, o más probablemente lo hojeé (de hojas, ¿o se dice ojeé, de ojos?) porque el libro está en inglés y es más bien un libro objeto, o libro álbum, o no sé cómo decirle, y no uno de texto. En mi biblioteca siempre lo catalogué junto con los libros de arte (que son dos, tampoco es que aiaaa qué sección de arte que tenés Alejandro). Ahora resulta que estuve dando unas clases sobre la historia de Israel y Palestina, me estuve documentando, y por primera vez podríamos considerar que efectivamente LEÍ este libro.

3.
Lo primero que hay que decir es que Estado de Sitio: Manual del Usuario es la tesis de graduación de este muchacho Doron Goldenberg, que se ve que estudió arte en la Academia Bezalel, la escuela de arte y diseño más importante de Israel, y que con este libro ganó un premio en Diseño en 2002. En la solapa de atrás está la bio del muchachito (que antes de estudiar en Bezalel había hecho el servicio militar y había llegado a comandar una base en el sur del Líbano) y la misma termina con la ampulosa frase "Este es el primer libro de Doron". Y la verdad es que el libro está bueno, tiene un aspecto militante y comprometido muy interesante que justifica que lo vendan en el Museo de la Coexistencia, y me dio un poco de pena googlear a Doron y darme cuenta que no sólo fue su primer libro sino que también fue el último. Hoy dirige una muy careta agencia de diseñadores. Emoji de la mujer que levanta las manos como gesto de no sé.

4.
En sucesivos 12 capítulos, State of Siege recorre diversos aspectos que buscan explicar -de forma más emotiva que racional- a quién no vive en Israel (o Palestina), cómo se siente vivir en Estado de Sitio. Y siendo que es un libro nacido en el contexto de la segunda Intifada, el estado de sitio es el que sufren los palestinos en los territorios, pero también (y no sé si para Doron, más aún) los israelíes que no saben si morirán por tomar un colectivo o por ir a un restaurante. Los capítulos hablan de terrorismo, de la escalada de violencia que emerge de la política de represalias (tanto del Tzahal como de Hamás), de las deficientes democracias israelíes y palestinas, de cómo operan los noticieros, de incertidumbre, de víctimas, de cómo el asesinato de Rabin y el fracaso de las negociaciones de paz ampliaron la "grieta" entre derechas e izquierdas en Israel, y de les niñes, esperanza de paz o fatalidad de continuidad guerrera. 

5.
Y ahora acá abajito les pego unas imágenes que en el libro aparecen a doble página, para dar una idea cabal de este coso.







domingo, 5 de abril de 2020

Festival, de César Aira

1.
Si yo pudiera escribir un solo libro del calibre de los de este humano, me sentiría hecho. Es realmente notable. Esta novela de 94 páginas, editada por el BAFICI en 2011 (tiene el logo amarillo en la tapa), pareciera haber nacido como un divertimento: Aira había sido jurado del festival en 2010 y entonces empezó a escribir una novela sobre un festival de cine, que no es el mencionado papifi sino un festival inventado, en una ciudad inventada de un país innominado, con puntos de contacto con el papifi. Se trata de Perla, la programadora del festival, que arma la restrospectiva de un cineasta belga salido del cine de clase B que hace películas de ciencia ficción con escenografías de pacotilla, y de Steryx, el mentado cineasta (cuyo nombre es casi Ásterix, ahora que lo veo) invitado que además presidirá el jurado, y que para sorpresa de todxs llega al festival con su anciana madre del brazo. Todos los periplos del libro salen de este escollo, la anciana madre, que es anciana hasta el límite de lo posible y que debe ir a todos lados con el hijo. Es admirable lo exasperarte que puede ser este personaje, que parece salido de una novela de Roald Dahl. Qué me sorprende de Aira: que pareciera que se sienta y escribe nomás, y le salen estas cosas con trama, personajes, coherencia, y que sin blancos activos cambia de escena con la fluidez del correr de un conejo y se viene toda la nieve y te tapa. Y que encima te mete cosas como esta, en la novelita que sacó para el papifi:

A una pregunta en ese sentido había respondido que la Historia no por lineal dejaba de tener un volumen en el que todo podía verse al mismo tiempo, aunque no sucediera al mismo tiempo. A la Humanidad del futuro sólo le había quedado, de todos los tesoros amasados en el Pasado, la presencia, nada más que su presencia en medio de un Cosmos infinito. No era que hubieran perdido todo por su culpa, sino por el mero paso del tiempo, que inevitablemente agotaba las cosas. De modo que la presencia se había vuelto el bien más precioso de la Humanidad, y lo atesoraba con un ansia que podía llegar a la ferocidad. Por eso, cada lugar (cada punto del Universo) en el que no estaban se les presentaba como una amenaza: en él podía estar sucediendo la justificación y salvación que tan en vano habían querido conseguir mediante la pérdida o renuncia de todo lo demás. Y no porque creyeran que en ese lugar, cercano o remoto, generalmente remotísimo, fuera a pasar algo importante. La categoría de importante, en esa etapa de la historia del Hombre, ya había perdido pertinencia. En toda ocasión, en tanto ocasión, el Hombre debía estar presente, porque si se perdiera una sola se abriría un agujero, literalmente, un agujero en el espacio tiempo (...) que después sería imposible de llenar. (p. 60)

jueves, 2 de abril de 2020

Olor a pasto recién cortado, de Facundo R. Soto

1.
Es un librito, muy cortito, que el autor autoeditó en 2011. Justo hace poco leí ¡Vivan los putos!, compilado por este mismo autor y que incluye un cuento suyo. Me gustó más ese cuento que esta breve novela. 

2.
En esta novela, el protagonista juega al fútbol con otros varones homosexuales, y en cada entrenamiento se reencuentra con "9", un joven muy jovencísimo, que vive con su madre lesbiana y que sólo quiere fumar porro y chupar pijas, en términos de la propia novela. El protagonista es una especie de Watson, a quien "9" le refiere sus aventuras amorosas y sus dificultades laborales, mientras entre ellos se sostiene cierta tensión sexual plantada en el primer capítulo. Hay algunas líneas interesantes, y la novela podría ser mejor de haber estado más macerada, me parece: las tres líneas que conducen el relato con cierta gracia, se resuelven todas juntas y a las apuradas en el capítulo final, pero por como venía la mano me hubiera sorprendido lo contrario. Entiendo que esta es la primera novela de Soto, entiendo que publicó muchas más y supongo que habrán ido mejorando con el paso de los títulos.

miércoles, 1 de abril de 2020

A dirty job, by Christopher Moore

1.
Este me lo prestó Arik por motu propio, así, en inglés y con 400 páginas. Pensé que era improbable que lo leyera, pero heme aquí, lo terminé. Tardé, pero más porque me interrumpió Grossman que por otra cosa. Lo leí bastante drogadependientemente. 

2.
Christopher Moore es un escritor yanqui de fantasía cómica, medio bestsellerudo, con muchos títulos en su haber, bastante en la línea de Douglas Adams o Kurt Vonnegut. No lo conocía de nada, la verdad. Está traducido al español y bastante publicado, pero igual ocupaba un lugar en mi basta ignorancia. Este libro trata de Charlie Asher, un macho beta (Beta Male), que tiene una hija y enviuda, todo al mismo tiempo. Lo de macho beta corre por cuenta del Cristofer, no mía: hay todo un desarrollo del concepto de macho beta (o sea el que no es alfa), bastante gracioso, un poco incorrecto, llevado hasta el máximo de tener un test al final del libro para saber si uno (o el novio de una, así medio binario pero ta) es un macho beta. Decía que Charlie enviuda, pero las circunstancias son particulares: al entrar a la habitación de hospital en la que su esposa descansa tras el parto, ocserva junto a su cama a un negro alto de traje verde, que se está llevando un CD. El negro desaparece, y la señora fenece. Charlie se queda como loco, pobre, imaginate. Y el sujeto afroamericano no aparece en los videos de seguridad, parece que Charlie la flasheó. Como si esto fuera poco, a Charlie se le empieza a morir todo el mundo en la cara: transeúntes, clientes. Eventualmente, llega un libro por correo: se titula The Great Big Book of Death, y empieza diciendo: "Así que ahora eres la muerte, esto es lo que tienes que saber:"

3.
Después hay toda una mitología apócrifa de Death Merchants, cuyo deber es recoger los Soul Vessels (recipientes que pueden ser desde una prenda de ropa hasta cualquier objeto) en los que se llevan las almas de los muertos para encontrarles un nuevo usuario, vendiendo el objeto en sus tiendas de segunda mano (¿que serían como una suerte de ferias americanas?). También hay una triada de deidades celtas de la muerte, unas quimeras vestidas con ropa del siglo XIX y otros asuntos de similar talante. En fin, todo así medio Harry Potter pero yanqui y chistoso. Muy chistoso, me reí en voz alta en una caterva de ocasiones. Al finalizar el libro (que es de 2006) encuentro en la Internet que hay una secuela, Almas de segunda mano, que si algún día encuentro, leeré, y si no, no.


viernes, 20 de marzo de 2020

Romance de la Negra Rubia, de Gabriela Cabezón Cámara

1.
Es muy bueno ser brillante repitiéndose. Este libro es brillante. Y a la vez lo primero que pensé cuando lo estaba arrancando a leer fue que era igual a La Virgen Cabeza: hay una mujer, marginal, que se vuelve santa y lidera a lxs marginales contra la sociedad toda. Hay una relación amorosa entre esa mujer y otra mujer de otra clase social. Todo lo que acabo de decir podría ser el resumen argumental de cualquiera de las dos novelas: pero son distintas. La otra no me pareció la gran cosa, esta sí. 

2.
Les cuento el principio: Gabi, la protagonista y narradora, se prende fuego a lo bonzo para protestar por el intento de desalojo de un edificio ocupado en el que viven artistas y bohemios. Milagrosamente, no muere; entonces se vuelve mártir, una mártir viva. 

3.
Lo muy curiosísimo a nivel estructura narrativa de la cosa ésta, es que se diría que ese acto que es el principio del relato es también el nudo, el conflicto: después no pasa más nada, en el sentido del relato clásico. Pasan cosas, muchas cosas, pero todo fluye en la vida de Gabi y no tiene nunca más un contratiempo, hasta el límite de lo posible en el universo de esta novela. Curiosísimo entonces decía porque une se engancha y lee lee pero qué está leyendo me pregunto yo? La vida inmaculada de la Negra Rubia. 

4.
Y volviendo a la comparación, me parece que con algunos elementos básicos similares, lo que cambia de una novela a otra es el tema (además de, claro, los personajes, lo que pasa, bla bla bla). En La Virgen Cabeza ya no me acuerdo cuál era el tema, la leí hace mucho un primero de enero: creo que los hijos muertos. En Romance de la Negra Rubia el tema es muy explicitamente el sacrificio, como lo termina de confirmar una suerte de ensayo sobre el susodicho, que es lo mejor del libro (vale leerlo suelto) y que funciona como coda, después del epílogo.

5.
Y por último (sobre esto tengo menos capacidad de opinión que sobre lo ya impunemente opinado), es muy hermoso y asombroso (cómo hizo, cómo se hace eso) el ritmo de la novela, que está escrita como si fuera a ser leída en voz alta, como si rimara (pero no rima), con una fluidez de catarata. Hago una muy rápida e irresponsable investigación en wikipedia y supongo que la novela es un "Romance" según esta acepción del término. ¿Estudió Cabezón Cámara Letras en la UBA?  ¿Sueñan las pulgas con comprarse un perro? ¿Sueñan los androides con ovejas electrónicas?

6.
Romance de la Negra Rubia es una muy corta nouvelle, setenta y seis páginas en total, y se consigue en kioscos en estos tiempos de coronavirus, cuarentena y confusión, si la inflación no hizo su labor, por doscientos noventa pesos argentinos.

martes, 10 de marzo de 2020

¡Vivan los putos!: primera antología de literatura trash, de Facundo R. Soto (comp.)

1.
Según el compilador y prologuista Facu R. Soto, "el género trash rompe con el concepto de familia judeocristiana y su heteronorma": ese es el criterio con el cual están reunidos los cuentos y poemas de este libro, editado en dos tomos por Eloísa Cartonera en el año 2013 y que devoré en tres días tras tardar mes y medio en el de Grossman que precede esta reseña.

2.
Hay dos cuentos que ya había leído en sus respectivos libros de origen (Bejerman y Pérez), trece cuentos de putos, dos cuentos de tortas (uno es el de Bejerman, "Esa troncha trenza de cana"), un cuento sobre una chica trans, algunas violaciones, un poco de humor y un poco de pena. Me gustaron mucho el cuento de Diego Trerotola (que también hizo el dibujo de la portada), de quien no había leído ficción nunca jamás en la vida hasta ahora, el de Gael Policano Rossi, que me parece alto escritor y lo confirma cada vez de nuevo, y el de Martín Villagarcía, "El ruso", quizás el que más me calentó y perturbó a un tiempo. Porque se trata de skinheads. Skinheads neonazis. Buen cuento. 

3.
También estuvo bueno leer a Gustavo Escanlar, uruguayo re trash ya fallecido del que no había sentido ni el nombre (los cuentos son "Contestador automático", excelente; "El baño del control", olvidable; "Grone", otro perturbador y que me hizo pensar en "El niño proletario" de Lamborghini). Googleo y descubro que Fuguet sacó un libro sobre la vida de este señor. Quiero leer más.

4.
Otra mención que quiero hacer en esta entrega de diplomas es para el cuento de Germán Weissi, "A cien mil watts", escrito así medio a ritmo de slam, que en una parte dice que
no te gustan ex tumberos ni cumbiancheros que se agujerean la cara con cualquier clavo oxidado o se tatúan en el pecho mamá los redondos xeneize pasión Jesús te parece de negro decirle coca a la merca tus amigas drag queens con extensiones y corsets a lo maría antonieta son más sofisticadas y la llaman rapé esta noche vas free pass drinks a un show de dani umpi en Niceto adentro bailás y das soporte físico a tus amigos virtuales todas mariconas alcoholéxicas descalificadoras se burlan de tu aliento a pizza y olor a chivo hace algunos años todos los de esta noche no eran tus amigos no venían a esta fiesta a bailar electropop estos fashion eran grasas eran fans de ricky martin a la merca le decían maría y en bariloche copiaban el pasito de baile estúpido de todo el resto
Está bueno, ¿no?

5.
Sigo entregando galardones. A Facundo Soto, compilador del tomo, tampoco lo había leído nunca, y eso que es un prolífico escritor de literatura homosexual. Su cuento "Esperma" está muy pero muy bien también. O sea, el nivel de todo el libro es muy arriba. Quizás los que menos me hayan gustado hayan sido Glauco Matosso, un brasilero bastante nasty que habla de fetichistas de los pies sucios y que me hace acordar un poco a Copi y otro poco a Cucurto (quien además lo menciona en unos de los poemas que aparecen en esta misma compilación) y el cuento que abre el libro, "Rojaijú", de Peter Pank, que me parecía muy adolescente en su planteo y en su escritura pero que igual mientras lo leía me fue convenciendo. 

domingo, 8 de marzo de 2020

La vida entera, de David Grossman

1.
Lo primero que voy a decir es que esta es una obra magna, una de esas novelas que es como un edificio construido por un sólo sujeto y por ende admirable, asombroso que un tipo haya sido capaz de crear, de escribir una cosa así. No lo digo por lo larga, aunque la extensión es parte de la proeza, pero hay novelas largas cuya longitud sólo nos habla de la facilidad que tiene quien escribe para poner una cosa ocurrente después de la otra (por ejemplo Stephen King). Esta novela es larga (800 páginas) y ardua (la leí en un mes y medio) pero también es conmovedora, inteligente, graciosa, y muy terriblemente humana. Grossman dio vida a un personaje: Ora está viva. Pocas veces vi ese nivel de profundidad. La novela en buena medida trata sobre la maternidad, y es prodigioso que un tipo (un varón cis) haya podido meterse en la piel de una madre de esa manera (y esto lo digo después de hablarlo durante varias clases con muchas muchas señoras que vivieron la experiencia de maternar). El otro gran personaje de la novela, Abram (sin h), no llega a tener el nivel de existencia real que tiene Ora, que casi te diría que está en 3D.

2.
La vida entera es el título en castellano de אשה בורחת מבשורה, o sea "Ishá Borajat MiBzora", o sea "Una mujer huye de un mensaje", que en inglés recibió un tercer título, To the End of the Land. Yo me imagino que Grossman estuvo involucrado en la elección de los títulos no hebreos, porque los tres hacen alusión a aspectos principales de la novela. El núcleo de la historia, el conflicto -en términos dramáticos-, se puede resumir así: Ora, una mujer de mediana edad, espera ansiosa que su hijo menor termine el servicio militar. Tiene preparadas dos mochilas, porque planeó salir con él a recorrer el Sendero Nacional Israelí, un camino que cruza el país de norte a sur (Hasta el final del país) y que atraviesa campo, montañas y playas, como forma de celebrar el fin de su suplicio, el fin de la "nacionalización" de sus hijos por parte del Estado. Llega el día, vuelve Ofer, pero en lugar de sumarse al programa de su madre, se enlista nuevamente en el Ejército y se ofrece voluntario para ir a reprimir la Segunda Intifada en los Territorios Ocupados. Ora no puede más. Siguiendo un orden supersticioso más que lógico, decide que si se queda en su casa le pueden notificar la muerte de su hijo, pero que si ella no está, no la podrían notificar, y que si el mensaje no le llega su hijo no se puede morir (Una mujer huye de un mensaje). Así que agarra las mochilas y se va a recorrer el país, a pie. En el camino levanta -y casi secuestra- a un viejo amigo al que no ve hace años y lo suma al recorrido. Como parte del ritual exorcista, además, decide que tiene que hablar sin parar de Ofer, de la vida de Ofer, así que a este amigo es a quien le cuenta La vida entera.

3.
A todo esto se le suman unos buenos saltos temporales: el presente de la narración del primer capítulo, las primeras cien páginas, es en el mes de junio de 1967. El país (que es Israel, ¿ya les dije?) está atravesando la Guerra de los Seis Días, y nuestros personajes, que en ese momento tienen 16 años, se conocen en un hospital. Ora, Abram e Ilan están en cuarentena -curiosa coincidencia con el tiempo en que di clases sobre este libro- por un brote que imagino será de disentería, ellos tres solos en un hospital que estuvo lleno y en el que son los únicos que quedan, junto con una enfermera árabe que llora fuera de campo. Ese capítulo solo ya sería alto libro. El manejo de la narración casi cinematográfica, audiovisual, con el lugar a oscuras que de pronto se ilumina y el lugar del sonido, impresionante. Y luego, salto temporal, nos encontramos con Ora en 2003, con 50 y pocos años, y todo lo que ya conté arriba, que pasa a ser el presente de la narración; pero a través del relato de Ora, y de sus recuerdos, y de un narrador omnisciente focalizado, volvemos una y otra vez al pasado, a todo lo que pasó entre ese hospital de Jerusalén en el '67 y este paseo angustiante de principios del siglo XXI, y en especial al año '73 y la Guerra de Iom Kipur, durante la cual los tres adolescentes del comienzo hacen su servicio militar. 

4.
Y además de los saltos temporales y de Ofer en el ejército (y el mensaje del que hay que huir), el otro elemento que construye la trama es el del triángulo amoroso, el rebuscadísimo pero verosímil triángulo que durante décadas entrelaza las vidas de Ora, Abram e Ilan, los adolescentes que se conocieron en 1967. Está tan bien todo, que las peripecias melodramáticas de la historia, que en abstracto parecerían de tragedia griega, funcionan a la perfección. 

5.
Tendría mucho más que agregar pero no lo haré. Solo mencionar que David Grossman -que por un lado es Ora y por el otro es Abram- perdió un hijo en la segunda Guerra del Líbano, la de 2006, mientras terminaba de escribir esta novela que en parte escribía para conjurar la posibilidad de que eso ocurriera. El epílogo habla de eso muy sucintamente, y la frase final de ese epílogo me hizo llorar mientras la leía, y de nuevo mientras se la leía en voz alta a otro humano. Dice Gorssman que "tras los siete días del duelo volví al libro, que ya estaba escrito en su mayor parte. Lo que más cambió fue la caja de resonancia de la realidad en la que fue revisada la versión definitiva". Es súper interesante la postura política de Grossman con respecto al conflicto palestino-israelí, y conmovedor este discurso que pronunció en el acto paralelo de Iom Hazikarón en 2018, cuando se cumplían 70 años de la creación del Estado de Israel, de la Guerra de la Independencia y de la Nakba. 

jueves, 16 de enero de 2020

Los peligros de fumar en la cama, de Mariana Enriquez

1.
Me compré una edición que dice en su portada que no tiene valor comercial porque pertenece a una escuela del Ministerio de Educación. Recórcholis. Encima me la compré en una feria anarquista. Soy boludo o qué.

2.
Mariana Enriquez, ya hablamos de cuánto la amamos en reseñas pasadas, voy camino de leer todos sus libros. Este es el tercero que sacó, después de Bajar es lo peor y de Cómo desaparecer completamente, y es el primero de cuentos de terror, hermano mayor del mega hit Las cosas que perdimos en el fuego, que por cierto ha sido liberado en esta cuarentena por su editorial Anagrama, corran a descargarlo en su kindle amigo. Los peligros de fumar en la cama es un libro de 2009, que contiene 12 cuentos terroríficos. Lo leí en un par de días en la estancia de Magda, bastante aislado, a veces de noche, con tormenta eléctrica, apagón y luz de vela, me cagué en las patas.

3.
Leer los cuentos de terror de la Enriquez a los 33 es un poco como leer los cuentos de terror de la Bornemann a los 12. Hay pocas autoras así. Quizás por esa remisión a la experiencia pre-adolescente sea que me (nos) gusta tanto la Enriquez. Aguante Socorro 10

4.
Hay un cuento que lleva el título del tomo, que nuevamente no es mi favorito, pero está muy bien como todos los del libro. Mis favoritos probablemente hayan sido "El carrito" (horror social), "Ni cumpleaños ni bautismos" (horror audiovisual) y "Chicos que faltan" (superproducción). "Rambla Triste", ambientado en Barcelona, es espectacular, y también me encantó "El aljibe", el de la curandera correntina: desolador. 

5.
La Enriquez sacó un libro hace poco, una novela de muchos cientos de páginas, que pronto será mía. Muy pronto.