Es un librito muy chiquitito de esos de Alianza Cien que se consiguen por dos mangos en las librerías de la calle Corrientes. En este caso, unas páginas bastante magras del bahiano Jorge Amado, ese muchacho nacido en 1912 y muerto en 2001 que supo rozar el boom latinoamericano y del que no había leído libro alguno en los últimos diez años, pero de quien supe leer en mis años mozos Tereza Batista cansada de guerra (que estaba buenísimo aunque no me acuerdo nada) y La muerte y la muerte de Quincas Berro Dagua (que ídem). Este tiene jagunços, caboclos, hacendados, prostitutas, milagros, lo de siempre. También tiene algunas reflexiones de Amado muy en el orden de las ideologías son malas, Chaplin es bueno. Nada más.
Mi lucha es una saga de libros autobiográficos sobre nada, o sobre la vida cotidiana de un escritor de casi cuarenta años de mediano reconocimiento (por lo menos hasta este tomo segundo), que se enamora, se pelea, tiene momentos depresivos, tiene hijas e hijos, parientes que envejecen, anhelos, nada fuera de lo normal. Es el cotidiano (el cotidiano nórdico) llenándo páginas y páginas. Pero detrás de lo inane, se esconde lo sublime. Porque Mi lucha es súper romántico (en el sentido decimonónico, allà Maeterlinck).
No podíamos apropiarnos de eso. Podíamos creer que nuestro mundo lo incluía todo, podíamos dedicarnos a nuestras cosas aquí abajo, a la orilla del mar, a dar paseos en nuestros coches, a llamarnos y a visitarnos los unos a los otros, a comer y a beber, a quedarnos sentados dentro, dejándonos llenar de los rostros, opiniones y destinos de los que aparecían en la pantalla de la televisión, en esa simbiosis medio artificial y extraña en la que vivíamos, y quedarnos cada vez más adormecidos, año tras año, en la idea de que eso era todo lo que había, pero si levantábamos la mirada y contemplábamos todo esto, el único pensamiento posible era el de no usurpación e impotencia. ¿No era pequeño y mezquino aquello en lo que nos habíamos adormecido? Pues sí, los dramas que veíamos eran grandiosos, las imágenes que absorbíamos sublimes y de vez en cuando incluso apocalípticas, pero hablando en serio, ¿qué papel desempeñábamos nosotros en eso?
Ninguno.
Pero las estrellas brillan sobre nuestras cabezas, el sol arde. La hierba crece y la tierra, bueno, la tierra se traga todo lo que es vida y borra todas las huellas, vomita luego nueva vida en una cascada de miembros y ojos, hojas y uñas, pajas y colas, mejillas, pieles, corteza e intestinos, que se vuelve a tragar. Y lo que nunca llegamos a entender del todo, o no queremos entender, es que todo esto ocurre fuera de nosotros, que nosotros no formamos parte de ello, que no somos más que lo que crece y muere ciegamente, igual que son ciegas las olas del mar.
(p. 478)
2.
Mientas que el tomo primero (La muerte del padre) empezaba en el presente de la narración para después hacer un gran flashback a la infancia, y primera adultez del Karl Ove, este segundo tomo empieza en el mismo presente de la narración del que se había alejado en el primer libro: Karl Ove con casi 40 años, dos hijas y un hijo, casado con Linda, habitando Malmö, no muy satisfecho de la vida. De ahí hace un pequeño o mediano flashback al comienzo de la relación con Linda (a quien conoce cuando abandona a su ex mujer y su vida en Noruega y se lanza a lo desconocido en Estocolmo, Suecia) y remonta todo el curso de su tortuoso vínculo con ella, pasando por el subeybaja emocional de las depresiones de ambos, el nacimiento de su primera hija (clímax absoluto del libro aunque esté antes de la mitad de la novela) y luego de los dos vástagos subsiguientes, hasta terminar donde comenzó, haciendo una suerte de estructura sandwich, al final de la cual los azorados lectores, tras 1200 páginas de la anodina vida del güero escritor noruego, llegamos por fin al punto de su biografía en que comienza a escribir el propio libro que estamos leyendo (o en realidad el tomo 1), logrando el uroboros literario y lanzándonos a la búsqueda del tercer tomo, que se denomina La isla de la infancia.
3.
Un par de cosas interesantes sobre este libro. Primero: nunca más confundiré Noruega con Suecia. Ahora sé la diferencia: Noruega es croto, Suecia es cheto. Segundo: a la mitad del libro pasa algo fenomenal. Karl Ove está aburrido, se mete en Google Earth, viaja por la internet hasta Comodoro Rivadavia (!) y después a Buenos Aires donde sobrevuela La Boca. Impresionante esa irrupción del noruego en mi propio mapa de la nada. Otras inserciones argentinas en la novela: en un momento habla de Borges, Cortázar y Calvino (como parte del mismo universo literario). En otro usa la camiseta de la selección. Creo que Argentina es el país "otro" más mencionado por Karl Ove. Debe ser lo que en su imaginario es el exotismo anhelado, el kibbutz del deseo.
Casa transparente es un nombre hermoso, de un libro hermoso con el que la María Luque ganó el I Premio Novela Gráfica Ciudades Iberoamericanas, otorgado por un jurado internacional en Madrid. La María real nos cuenta seis historias en cinco ciudades (Buenos Aires, Rosario, Bariloche, Cusco, México) cruzadas por la situación de la casa ajena, del lugar ajeno que se vuelve casa por un rato. "El hotel no es tu casa" le dice una amiga mexicana. "Esta semana vivo ahí", retruca Luque. Los dibujos son hermosos y la sensibilidad que maneja María me deja siempre, no sé cómo decirlo, acongojado pero de lo lulu. Además en uno de los capítulos aparece Ioni.
Una de las mejores novelas que leí de Aira, y van muchas. Es espectacular, un 10, qué digo, un 11. Qué tipo capo, la yuta madre. Esta es de 1998, muy pariente de La guerra de los gimnasios(cuando hice la reseña de La guerra de los gimnasios Aira me caía mal, yo aún no había entendido nada), y comienza con un joven patovica de clase media y del barrio de Flores, Maxi, que por aburrimiento ayuda a las familias de cartoneros que ve por la calle a llevar sus enormes carros hasta la villa. Maxi es una especie de ángel bobo con superfuerza, y en algunos casos lleva en andas el carro con toda la familia de cartoneros encima. Y la villa no es una villa común. La villa tiene un centro secreto, místico. The plot thickens, como suele suceder. Nada de lo que cuente puede explicar la trama de esta novela, ni tendría sentido que lo hiciera, y mucho menos dar cuenta de lo magistral de su prosa. Así que para qué lo voy a intentar. Chau.
Anduve investigando a Quinquela Martín para un simpático programa de televisión que ahora está próximo a terminar de post producirse (realizado por NUDO Colectivo Audiovisual, persigan nos en las redes para más noticias) (me encanta porque me creo que este es un foro de actualidad y no el archivo de mis lecturas en el que bucearé cuando sea viejo, si sigo vivo, si sigue viva la Internet, si sigue vivo Blogger y si sigue vivo Google, B''H). Primero leí esta cronología y biografía de reciente publicación, y me mandé tremenda reseña, este no va a ser el caso así que vayan para allá.
2.
Y después, o mientras tanto, leí este otro libro, la autobiografía novelada que Quinquela aceptó escribiera en su nombre el periodista Andrés Muñoz en 1948, en la que el pintor habla en primera persona (es loco eso, pero parte de una justificación en un prólogo que sí firma Quinquela: "me animé a contar en sucesivas conversaciones lo que buenamente fui recordando; pero a condición de que fuera otro quien asumiera la responsabilidad de dar forma escrita a mis recuerdos, ya que obligarme a escribir a mí sería como si yo pretendiera obligarles a pintar a ellos"). Le quedaban unos veinte años de vida al pintor de La Boca que había nacido en 1890, pero es como si los hechos se terminaran para esta época. Lo que le quedó por hacer desde entonces y hasta su muerte en 1977 fue visitar provincias argentinas, fundar alguna cosa más, juntarse a comer fideos con sus numerosos amigos varones y sus escasas amigas mujeres, recibir premios a la trayectoria, casarse con la secretaria y morir. Así que la novela va desde su nacimiento hasta sus años de filántropo a orillas del Riachuelo, con un énfasis en su infancia y juventud pre-fama y en sus viajes de exitoso y meritocrático argentino en el exterior en sus numerosos viajes de los '20. Necesito un buen presupuesto y te hago alta peli con esos años de Quinquela. Pero tiene que ser algo así medio Gran Hotel Budapest.
3.
Mi edición es de 1966 (es una versión abreviada de la publicación original, que se había titulado Vida novelesca de Quinquela Martín) y viene firmada por el propio Quinquela en ese año de 1966 en el que tenía 76 años si mis cálculos no me fallan. La rúbrica del maestro no debe ser algo muy difícil de encontrar, porque el libro lo compré por módicos pesos en mediocre librería de usados a través de usuraria plataforma web.
¿A Carlos Tesieri no le importó nada que se lo hubiera dedicado Quinquela, o fueron sus hijos que no tuvieron corazón?
4.
Hay muchas citas buenas en la novela, que de hecho está bastante bien escrita y reviste no poco interés, aunque le puede quedar un poco alejada a quien no dimensione el peso de quien probablemente haya sido el pintor más importante social y políticamente de la Argentina (no digo artísticamente porque ahí hay debate para rato y no creo que lo haya sido). Importante políticamente no por sus posturas políticas, como lo podría ser un Carpani o alguno así (o Luis Felipe Noé, o etc.), sino de hecho haciéndose el apolítico y siendo un poquito facho. Lo dejo acá porque da para largo, pero yo a Quinquela lo quiero aunque sea facho, mirá lo que te digo.
Tercera antología de cómics que publica la Editorial Municipal de Rosario, después de las muy redituables (para lxs lectorxs digo: precio/calidad/cantidad) Informe y El volcán. Las otras dos habían sido editadas por José Sainz, y esta no, esta viene firmada por la Dirección de Diversidad Sexual de Rosario. Los diez cómic que componen el libro ganaron un concurso nacional y fueron seleccionados por un jurado integrado por Mariela Acevedo, el rosarino Max Cachimba y el periodista-crítico-figura pública Diego Trerotola, y lxs autorxs son casi todes argentines (menos, que yo sepa, La Watson, que es colombiana pero vive acá).
2.
No sé si había orden de mérito, pero el que más me gustó fue el primero. Gana puntos por todo: guión, dibujo, cinematografía. Vieron que la historieta es muy parecida al cine: básicamente un storyboard es una historieta sin globitos. Y lo que emparenta las dos artes es la idea de encuadre. En esta historieta (la primera, "Fabulosa el Dorado", de Sukermercado, alias de Paula Suko), el encuadre lo es todo, y en especial en el gran final. La pueden leer entera, acá.
Para empezar, Brutta es chaqueña, y yo soy chaqueñófilo (y chaqueño honorario). La leí en la antología Informe: historieta argentina del siglo XXI (el cómic que aparece ahí es el capítulo "Las fisu", de este libro) y además de encantarme lo que vi, me encantó que fuera chaqueña. No conozco otros historietistas con ese origen. Sí músicos (bocha), artistas visuales (Milo Lockechi), escritores (Giardinelli, Busqued) y cineastas (Sonia Loba Bertotti) pero historietistas, la primera vez. Leí primero los capítulos unitarios que forman Un millón de bandas malas en el tumblr homónimo, pero luego me enteré que salían en formato físico y se lo regalamos de cumpleaños a la Loba.
2.
Como dice la autora, Un millón de bandas malas no es sobre las bandas sino sobre lo que pasa cuando vas a ver un millón de bandas malas. Hay punkies, fisuras, drogas duras y blandas, pogo, cerveza caliente en vasos de plástico, bondi. Está buenísima, lástima lo breve. Le ponemos muchos aleschonfelds.
Esta es una reseña irresponsable porque estamos en agosto de 2019, el libro lo leí en octubre de 2018 (en el aniversario de la muerte de Néstor chiques) y era prestado y lo devolví, así que es como una aproximación a una reseña. Que capaz es más real (she served such a reseña realness), porque sólo puedo hablar de lo que me acuerdo, o sea lo que me quedó, el emblema audiovisual de la reproducción que mi cabeza generó de las imágenes literarias que Roberto Bolaño imprimió en su novela de 1999. Lo que me quedó, así como primera imagen, es la escena del mafioso homosexual y su cautivo no cautivo, el joven marica de clase alta debilitado y yacente en la habitación de motel desde la que el rey de la noche dirige su operación. Ella, la protagonista, cuyo nombre no podré recordar y me niego a buscar en la Internet pero de quien tengo bien presente la imagen que me representé de la descripción que la novela ofrece, que si mal no recuerdo es la óptica subjetiva del personaje narrador (es interesante porque es posible que esté inventando todo o parte de lo que estoy diciendo) y que para mí es una cosa entre la Chilindrina, Marla Singer de la película de Fight Club o más bien la chica con cáncer de la misma película o las dos, y la Maga -esa para mí la puso Bolaño a propósito-, ella, decía, entrando a rescatar al joven seguramente poeta, que lo único que tiene que hacer es levantarse y salir de ahí pero que precisa ser rescatado, y argumentando. Eso me acuerdo. Y después me acuerdo la escena de la represión en la Universidad, la misma escena que aparece en Los detectives salvajes no sé si protagonizada por la misma protagonista. Ella en el baño, mientras afuera reprimen y secuestran. Ella saliendo muchas horas después del baño, la Universidad vacía.
2.
Es maravilloso que Roberto Bolaño haya escrito tantos libros. No dejo de encontrarme con novelas de Bolaño que no sé por qué no había leído antes. Esta es de las fundamentales. Es mejor que muchas, para mí. Obviamente el podio lo llevan 2666 y Los detectives en ese orden: yo creo que mi tercer puesto personal es para Una novelita lumpen, y el cuarto para esta, Amuleto, que me prestó Defli, gracias Defli, te quiero un montón.
Este me lo regaló la Loba en mi cumpleaños. En realidad, ya lo había leído, en Facebook. Pero lo volví a leer, en papel, aguante el papel. Ustedes también pueden leerlo en Facebook porque yo les voy a entregar un vínculo:
Antolín Oligati, nombre artístico Antolín a secas: poeta, dibujante, músico y no sé cuántas cosas más, platense, emigrado a Almagro, centro del Universo Conocido. No lo sigo desde Cemento porque no sé si tocó ahí pero sí lo sigo hace mucho tiempo, como demuestra esta antigua reseña de libro de poesía en forma de blog que publiqué a mi vez en este blog en el pasado remoto.
2.
Planes para toda la vida es una cosa entre la historieta y la poesía y es muy bellísimo.
3.
Está poblado por animales prehistóricos, mamíferos que hibernan, famosos suicidados y computadoras caducas. Como su música, y como su poesía. Es un autor muy consistente. También hay tenistas. Es muy hermoso de verdad, ya sé que no estoy siendo muy elocuente pero no dejen de leer a Antolín nunca.
Es una novela gráfica de Javier Velasco, de quien antes había leído (o mirado) el hermosísimo libro Grandes vestimentas de Galería Editorial. El primer capítulo de La barranca de la muerte apareció y leí primero en realidad en uno de estos compilados que salieron en los últimos años, Informe: historieta argentina del siglo XXI. O más bien una versión: ahora que comparo, en Informe la historieta comienza con otra situación, y luego deviene en el sueño que da título al primer capítulo de este libro. Tanto la historieta en Informe como el capítulo de La barranca terminan de una de las maneras más conmovedoras y pieldegallinantes que haya visto en un cuadrito. De verdad.
2.
Las historias de La barranca transcurren en los ochenta, en un barrio no identificado de Buenos Aires, y en la infancia de cinco amigos que juegan en la calle, que tienen aventuras a lo Stand by me (Cuenta conmigo), es decir aventuras teñidas por la óptica de la niñez y la nostalgia del recuerdo de la niñez. No sé si alguno de los relatos alcanza las cimas del primero, sin embargo. El libro es gordo y eso es siempre grato en una novela gráfica, que se lee a la velocidad de la luz y así dura un poco más. Me gustó esta paloma también:
¿Otra novela gráfica sobre el Holocausto, y te digo más, sobre el hijo de un sobreviviente que habla de su padre? Sí. En este caso es un belga, israelí por elección, que se dedica al humorismo gráfico y cuya posición ideológica no me queda muy clara mirando sus chistes.
Pareciera que le cabe Bibi Netanyahu, ¿será?
(Acabo de pasarme un rato mirando su twitter y sigo sin saber qué pensar. Algunas conclusiones: es anti Trump, sobre Bibi cambia de opinión según el tema, le caen mal Putin y todos los gobernantes árabes obvio, piensa que Abbas es antisemita, no sabe nada sobre Venezuela -o sea le cree a los medios israelíes- y le gusta Madonna).
2.
La segunda generación es un libro de 2012, publicado primero en francés por Dargaud (la editorial original de Ásterix, por ejemplo), después en hebreo por una editorial israelí (obviamente), y luego en otres idiomes: al castellano llegó de la mano de una fundación judía mexicana, en el papel de mayor gramaje del mundo y con una tapa súper rígida, edición cosida de mega lujo, todo lo cuál no deja de hacerme pensar en La industria del Holocausto. Una edición así de lujosa no deja de generarme prejuicios para sentarme a leer un libro sobre la Shoá, y todo el primer capítulo mantuve mis prejuicios: me parecía un libro anodino e injustificado (existiendo Maus). Lo empecé a perdonar en el segundo capítulo, cuando la cosa se fue poniendo más dark y contradictoria, el autor empezó a mostrar la hilacha de sus padres -padres que mandaron a sus hijos a internados, poco empáticos, autoritarios- y a hablar de lo difícil de cargar con la culpa de haber venido al mundo a pesar de que a tu padre le hubieran asesinado a hermanos y progenitores. Lo terminé de perdonar cuando en el propio libro apareció la referencia directa a Maus, el cuestionamiento a las marchas israelíes en los campos y el humor negro. Así que al final me gustó.
Funjo de guionista en una serie documental sobre el arte o las artes o algunes artistes en el barrio porteño de La Boca. Si digo La Boca y digo arte digo Quinquela Martín, así que para documentarme como es debido decidí leer dos cosas: por un lado, la autobiografía de Benito, que se intitula Vida novelesca de Quinquela Martín y es de 1948, y por el otro este libro, que tiene escasos dos meses y que fue editado y publicado por el Museo de Bellas Artes de La Boca de Artistas Argentinos "Benito Quinquela Martín" (sí, se llama así). La autobiografía, en realidad le fue "dictada" por Quinquela al escritor Andrés Muñoz, y se publicó primero por entregas en la revista "¡Aquí está!". Era plena época peronista, los negros quemaban el parquet para hacer el asado, y Quinquela tenía 58 años. Vivió hasta el '78, pero igual es verdad que no le pasaron muchas más cosas dignas de mención. Todas las aventuras de Quinquela se concentran en los '20, a mi entender, que es cuando pasa "de mendigo a millonario". A partir de la década del '30 Quinquela ya es una institución, y se dedica a pintar y a institucionalizarse. Con mucha onda, pero en fin.
2.
Con el barrio de La Boca pasa una cosa muy alocada (o varias), y es que hay una muy fuerte autopercepción de los boquenses como boquenses, mucho más larga y ancha que la de otros barrios porteños. La Boca del Riachuelo parece un pueblo aparte, a pesar de estar a 20 minutos de Alem y Corrientes. Por eso, el "nosotros" que figura en el subtítulo "el hombre que fue nosotros" habla de los boquenses. Capaz un turista, ya sea del extranjero o del interior, podrá pensar inocentemente que se refiere a los argentinos. Pero no. Se refiere a los boquenses (y capaz un escalón debajo, a "las", pero no estoy seguro).
3.
Benito Quinquela Martín (de ahora en más BQM): Huérfano, depositado bebé en el torno del orfanato Casa de Expósitos, en marzo de 1890. A los siete años lo adopta una pareja de carboneros pobres de La Boca: él, italiano genovés, ella, indígena, entrerriana y analfabeta. Benito va a la escuela tres años, y a los 10 lo ponen a laburar: mucha joda. A los 14 es simpatizante de Alfredo Palacios, primer diputado socialista de América en 1904. Ese fue el único momento en que Quinquela fue de izquierda, después nunca más. A los 15 se pone a dibujar, con el mismo carbón con el que labura. A los 16 toma clases de dibujo y pintura en un ateneo boquense, algo muy característico de la sociabilidad del barrio que en esa época estaba poblado casi del todo por inmigrantes genoveses. El arte podía ser una forma de ascenso social para los hijos de los obreros, y con esa mentalidad florecieron en La Boca los músicos y los pintores que explican el aura artística del barrio. En el mismo lugar estudia Juan de Dios Filiberto (compositor de tango), se hacen amigos. Por intermedio suyo conoce a otro pintor de La Boca, el uruguayo Santiago Stagnaro, que moriría poco después, con sólo 29 años. Alguien me dijo que Quinquela y Stagnaro tuvieron un algo, en esos diez años de juventud en que coincidieron. AH RE RIAL DEL PASADO. Con 17, 18 años, empieza a frecuentar entonces a todo el mundillo de amantes de las artes del barrio, que incluye a artistas y a mecenas de escala barrial como el peluquero Nuncio Nuciforo. BQM se pelea con sus padres porque quiere ser artista y no carbonero, se va de la casa, vagabundea, vaya uno a saber qué más. A los 22 le agarra tuberculosis y lo mandan a Córdoba. Está seis meses en Córdoba, pintando. Ahí tenes una buena película: ¿qué hizo Quinquela seis meses en Córdoba? Es como un hueco en su vida, seis meses es un montón de tiempo, ¿no? Sobre todo si tenés 22. Vuelve a La Boca, sigue pintando en la calle, se amiga con sus padres, va a pintar a la Isla Maciel y conoce a un gremio de punguistas que aprenden a robar como quien va a una clase de cualquier práctica. Pinta arriba de barcos. Un día sale una nota en una revista, sobre él y su obra. La nota se llama "El Carbonero. Un pintor extraordinario". Es 1916 y aparecer en letra de molde y con foto es el máximo nivel de difusión posible, ahora que lo pienso, así que un montón. Empieza a vender cuadros. Se conoce con y logra el padrinazgo de Pío Collivadino, director de la Academia Nacional de Bellas Artes y miembro de la clase alta porteña, y de su secretario Eduardo Taladrid, que más adelante será un funcionario jerárquico. La empieza a pegar. Expone en el centro. Expone en el Jockey Club. Es como una curva ascendente abrupta. Se pone de moda, digamos. En 1920 ya empieza a viajar para exponer, primero a Mar del Plata (¡en avión!), después progresivamente cada vez más lejos y al centro del mundo artístico (siempre con apoyo estatal), en el siguiente orden: Río de Janeiro (1920), Madrid (1922-3), París (1925), Nueva York (1928), Roma (1929), Londrés (1930). Se codea mucho con el presidente Alvear, y con su señora la cantante Regina Pacini: ambos hacen mucho por su carrera, incluyendo darle un cargo de ñoqui en la embajada en España para que viva allá como artista con un sueldo oficial. También se va a codear con Uriburu, antes y después del golpe. No le hace asco a nada. Una de las anécdotas más famosas es la de Mussolini: resulta que Il Duce visita la muestra de Quinquela en Roma y le dice: "Usted es mi pintor, porque pinta el trabajo". Mussolini le ofrece quedarse en Italia, pero Quinquela lo rechaza porque dice que sólo puede pintar el puerto de La Boca. Cada vez que Quinquela vuelve a La Boca lo recibe una multitud, se sueltan palomas y esas cosas. Cada vez la multitud es más grande, Quinquela es más mainstream y sus cuadros son más caros. Entonces, redepente, con un viaje a Alemania y otro a Japón programados, decide que no viaja más. Y empieza con las fundaciones. Se pone a comprar terrenos a la vera del Riachuelo, y a buscar donarlos al Estado contra promesa de que se construya en el terreno primero una escuela, después un museo, un teatro, un hospital infantil y un lactario, capaz estoy diciendo mal el orden. Todo esto no sin esfuerzo (en un momento hay un diputado peronista que no quiere que Quinquela construya porque considera que el tipo estaba especulando, haciendo subir el valor de los terrenos aledaños para en última instancia lograr lo que hoy llamamos gentrificar La Boca... Algo de razón tenía). Lo bárbaro de Quinquela es que no es "haceme una escuela", viene con un programa detrás, de cómo tiene que ser esa escuela, ese teatro, etcétera, y el espíritu que lo mueve es el de darle a lxs boquenses (Quinquela muy deconstruido no estaba así que diría los boquenses nomás) una vida digna. Una de las flasheadas del plan Quinquela es que todas estas construcciones sean de colores, y que dentro de la escuela haya murales, incluso dentro de las aulas (y para esto tuvo que pelear con los positivistas higienistas del culo). Los murales los hizo él y ojalá un día los vea. Eventualmente Quinquela se hizo construir un departamento arriba de todo esto (la escuela y el museo son el mismo edificio: en la cima está lo que hoy es parte de la exposición y era la casa del maestro), y eventualmente se murió. No tuvo hijos, toda su heredad quedó para la fundación, excepto lo que ligó su última secretaria y única esposa, con la que se casó ya senil y según la mayoría de sus biógrafos, engañado. Lo enterraron en un ataud que preparó él, pintado de colores, en el cementerio de la Chacarita.
4.
Hay mucho más de Quinquela para decir, porque es alto personaje. En particular me interesa su vínculo con la política: fue saludado en su vida por todos, desde Alvear hasta el último Perón (hay una foto en color de Perón, Isabelita, López Rega y Quinquela) y pasando por todos los golpistas, y él se las arregló para usar la política a favor de La Boca. No estoy contando acá ni la historia de la República Popular de La Boca, ni de la Orden del Tornillo, entre otros hitos, pero bueno, consigan el libro que se debe comprar en el Museo Quinquela Martín. La verdad, está muy bien escrito y está lleno de chismes, es un buen libro. Los dejo con Quinquela en colores, es la única imagen en video que vi de él, parte de la película de 1954 Buenos Aires en relieve.
El año pasado salió una colección espectacular de escritoras mujeres, y el primero que corrí a comprarme fue este, el segundo libro de la Mariana Enriquez (subsiguiente a Bajar es lo peor, vayan a la reseña correspondiente que la rompí toda). Con lo que ya leí el primero (1995), el segundo (2004), el ante último (2016) y el último (2017), y ahora me faltan todos los que escribió en el diome. Dato interesante para nadie, vengo leyendo uno por año, así que tengo que cumplirle en 2019 a la Mariana Enriquez que espera todo de mí.
2.
Cómo desaparecer completamente roba el título de esta desoladora canción de Radiohead, y busca ser tan desoladora como ella. Liliana Viola en el prólogo dice que es una novela social y una novela de aprendizaje, sin duda tiene razón, pero también podríamos inventarle una categoría que se llame "realismo traumático". A Matías, el protagonista, no le puede ir peor, su familia no puede ser más horrible y desgraciada, su barrio no puede ser más intimidante y dark, su presente no puede ser más emo. La Mariana Enriquez pareciera querer lograr el efecto de que los lectores nos tapemos los ojos para leer, como quien aparta la mirada frente a una escena gore. Sin embargo, Matías está hundido en la mierda, pero va a emerger. La trayectoria de Matías lo conduce de la oscuridad a la luz, porque la Mariana Enriquez es una narradora que a veces redime a sus personajes. Enumerar las desgracias de Matías sería un poco espoilero así que no lo haré. Sólo les voy a decir que no lean el libro si están deprimidxs, embarazadxs o con problemas de sueño. No es la novela mejor escrita de la autora, que claramente ganó oficio con los años, pero no deja de ser un novelón, y dejo esta reseña acá.
Me prestó Agustín este cómic de Rick y Morty que no está escrito por Harmon y Roiland pero igual está más que bien, muy bien, bastante bien, todo muy Rick y Morty. Son historias originales, no adaptadas del dibujito, valen la pena si te gustan R y M y si no te gustan no sé qué decirte.
¡Cuántos libros del año que tengo este año! El buda de los suburbios es de 1990, pero nimporta nada, para mí es de lo mejor que leí en 2018. Y con lo mucho que me gustó también Intimidad, Hanif gana el premio revelación masculina a mejor escritor británico-paquistaní de este borgspot.
2.
Además este año vi una película británica que tiene guión de Hanif y en la que Daniel Day Lewis muy joven hace un personaje gay, y también me gustó mucho. Se titula My Beautiful Laundrette (1985), el guión está publicado en la colección Anagrama de Página 12 y algún día lo voy a leer, o no.
3.
El buda de los suburbios es un bildungsroman de esos largos y llenos de personajes en los que pasás tanto tiempo metido que te sentís en casa y no querés que se termine. Empieza a fines de los '60s, con la muerte del Swinging London, y termina unos diez años después, en la era del post punk y en la inminencia de Margaret Tatcher. Karim es "un inglés de los pies a la cabeza, casi": de madre inglesa y padre pakistaní, en la primera parte del libro tiene unos quince años y fuertes deseos de irse del suburbio en el que vive, de tocarle el pene a su compañero Charlie, y de ser reconocido por su padre. En el primer episodio de la novela pasan algunas de estas cosas, no les voy a decir cuáles. A todo esto el buda del título no es Karim sino Haroon, el papá del protagonista, y en un principio la novela parece que se va a centrar en él, y en cómo deja de ser un empleado público para pasar a ser un gurú new age merced a la credulidad de la clase media blanca, pero después no: con el paso de los episodios va pasando el tiempo, y mientras Karim va descubriendo qué quiere ser, la novela nos pasea por el derrotero de muchos otros personajes que lo rodean, cada quien siguiendo otro devenir posible de los británicos años '70s.
4.
Con respecto a la ideología, es notable cuán liberal llega a ser Hanif. Se toma más de una página para defenestrar los idealismos de izquierda, desde los troskistas hasta los hippies. Y también es curioso cómo a todos los personajes les va cada vez mejor económicamente, aunque capaz haya sido un común denominador en la época (no creo).
Una moda muy feliz del mercado editorial historietístico argentino, que no sé si responde a lógicas de producción en épocas de macrisis o a qué carambolas, es la de las antologías de historietas cortas de autorxs varixs. Hace un tiempo leí, reseñé y comparé Distinta: nueva historieta argentina, de Liniers y Martín Pérez (comp.), con Informe: historieta argentina del siglo XXI, de José Sainz (comp.), a las respectivas entradas les remito. Después pasó un tiempo y fui más pobre y luego menos pobre pero igual pobre y finalmente el hombre que me proveyó la vida y el genoma me regaló, en el aniversario de ese acontecimiento, esta nueva antología que en lugar de ser argentina es latinoamericana, y yo se lo agradecí.
2.
De las tres antologías que mencioné, esta es la más gorda: 42 historietas trae, y por ende también es la más despareja. Hay cosas muy buenas, y cosas muy malas. Otro flanco flaco del libro gordo es que a pesar de ser latinoamericana, no hay de todos los países, pero eso puede tener que ver con variadas causas, siendo la principal seguramente (y en realidad se lo pude preguntar al propio Sainz en una Feria) que en algunos países no hay movida actual de historietas locales, o es muy débil o subterránea. Hay mucha historieta peruana, mexicana, argentina y colombiana. Brasil está bien representado (y lo más hermoso es que las historietas están en portugués, con la traducción añadida aparte en un fanzine adjunto), Chile no tanto (me extraña el argumento de Sainz en este punto, ¿no hay historietas chilenas?), de Uruguay, Paraguay, Bolivia, Venezuela y Costa Rica hay una de cada una, y después hay unos pares portuguesas, no sé por qué. Otro punto a favor es que cada vez hay mejor paridad de géneros en les autores, mucha historietista mujer. Mis historietas favoritas fueron la venezolana y la paraguaya, y la de la colombiana Power Paola. Va una página de la paraguaya Regina Rivas a modo de cierre de esta vaga reseña porque del venezolano Carlos Sánchez Becerra no encuentro.
El libro se llama El desapego es una manera de querernos, pero el cuento que da título al libro se llama "El desapego es nuestra manera de querernos". ¿Por qué? No hay por qué.
2.
El volumen viene así: Primero hay dos cuentos largos y en capítulos, o sea dos novelas cortas, que se llaman "Niños" y "Chicas lindas". Son, como todo el libro, relatos rurales con algo de la tensión sexual de la hora de la siesta y de la presencia tácita de la muerte y sus vínculos con los vivos. Están buenos, pero menos. No sorprenden.
3.
Después hay una serie de cuentos interrelacionados que se llaman "En familia". Como Bukowski con las macetas, Selva agarra una situación (el suicidio del tío Denis y lo que pasa a su alrededor, antes y después en el tiempo), y la vuelve a contar una y otra vez, en varios cuentos distintos, desde diferentes ángulos, repitiéndose y no repitiéndose. Acá se empieza a poner más interesante la cosa.
4.
Y después vienen los cuentos cortos ("Relatos dispersos") increíbles maravillosos magistrales con estructuras re locas que empiezan y terminan en cualquier lado y te dejan con el culo en el agua. El libro se vuelve droga y no lo pude dejar de leer. Y el último cuento ("Los conductores, las máquinas, el camino") es el mejor.
5.
Selva Almada es la discípula de Laiseca y sin embargo poco hay del estilo de ese en la prosa de ésta. Igual si hacemos un esfuerzo, lo encontramos a Laiseca, pero no creo que haga falta: claramente Selva Almada llegó a Laiseca con un estilo propio muy cultivado. Si un día la conozco la pregunta que le hago es esta: dónde encuentra ella que se le coló Laiseca en la escritura. Me da intriga.
Todo libro de Roald Dahl garpa. El señor Dahl es otro que nunca me decepciona. Para los que no saben, estamos hablando de literatura infantil, ágil e inteligente, sin finales específicamente felices, del autor de Charlie y la fábrica de chocolates y de Matilda, entre otros. Yo llevo leídos unos cuantos, varios en inglés (porque mucho de la gracia está en la prosa) y me encanta. Este, justo, no está tan bueno: se trata de un señor que engaña a su vecina de abajo cambiándole la tortuga por otra más grande para que ella crea que él tiene poderes, y así conquistarla. No hay aprendizaje al final: ella es engañada y él logra su cometido. ¿Roald machirulo? Hagamos un seminario para debatirlo.
Tremendo cómic silente de un austriaco que dibuja con una técnica llamada "tarjeta de raspado" (yo pensé que era grabado pero no). Cuenta la historia de un verdugo que se encuentra en la sala de ejecuciones un papelito con una secuencia de números (la del título, claro) que después no puede dejar de ver por todos lados. Habla de la superstición, del destino, de las profecías autocumplidas, de la codicia, de la justicia poética Y DE MUCHAS COSAS MÁS NO TE LO PIERDAS.
2.
Los dibujos son una locura.
3.
Mi amiga la lobi me dijo que se nota que me gustan mucho las historietas porque se terminan muy rápido para lo que cuestan, o sea la relación precio/durabilidad es poca si sólo las querés leer una vez. Bueno, una historieta silente (esta es una novela gráfica pero es igual) más rápido se lee, así que más se cumple el dicho de la lobi. Igual esta no es cara, la editó Locorabia hace bastantes años, pero si son pobres y están al pedo es de las que se pueden leer de parados junto al anaquel de la librería. #Macritips.